Capítulo 43

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La puerta de la casa se abrió de par en par y la pareja de esposos entró en ella observándola de arriba abajo.

-Es realmente bonita.

-Supuse que te gustaría algo sencillo.

Kaiba conocía los gustos de Tea, así que compró una casa grande pero sencilla. Un lugar cómodo donde vivirían durante su estancia en Japón.

-A veces eres tan considerado conmigo que creo que no te correspondo como se debe.

Kaiba miró a su mujer seriamente.

-Quiero consentirte. Tú lo haces todo el tiempo conmigo.

Tea le sonrió y comenzó a recorrer toda la estancia revisando cada rincón de ella.

-Compraste algunos muebles, por lo que veo.

-Sólo lo básico para nosotros dos.

El chofer entró con las maletas en mano y las llevó arriba siguiendo las indicaciones de Kaiba. Tranquilamente, Tea caminaba por la sala, el patio y las recámaras. Llegó a una habitación con un hermoso balcón que daba al jardín.

-¿Te gusta?-preguntó Kaiba pasando sus brazos por detrás de ella.

-Escogiste un gran lugar y con una excelente vista.

Tea le acarició los brazos suavemente.

-Si vamos a vivir aquí por quién sabe cuánto, debía ser un lugar agradable.

Tea giró hacia él mirándolo a los ojos directamente.

-¿Sabes con quienes trabajaras además de con el empresario Schroeder?

-Aún no. Supongo que lo descubriré cuando nos reunamos.

Tea arqueó una ceja.

-¿No te han dicho quienes trabajaran contigo?

-Sigfried comentó que llamó a varios, pero había que esperar a que aceptaran.

Algo no le convencía a Tea de que fuera muy confiable ese tal Sigfried.

-Bueno, ya veremos quienes serán tus compañeros.

Kaiba sonrió de lado y acarició el rostro de su mujer con las yemas de los dedos.

-Verás que nuestra estancia aquí será grata.

Ella le devolvió la sonrisa. Confiaba en su marido, pero no en los otros empresarios. Abrazó a su hombre y él la estrechó en sus brazos.

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Con naturalidad, como si se tratara de su propio hogar, Serenity abrió la puerta de la oficina de Yami y lo descubrió absorto del mundo, con la mente dentro de los papeles que examinaba.

-Yami, es mi hora de retirarme. Te espero en mi casa como quedamos.

-Sí, Serenity.

El tono seco e indiferente del joven llamó la atención de Serenity y se hizo para atrás sorprendida y extrañada.

-¿Sucede algo, querido?

Yami levantó la cabeza mirando a su chica.

-Sí, lo estoy.

-No te ves bien.

Guardaron silencio inspeccionándose mutuamente. Había aprendido a conocerse y a saber lo que pensaban el uno del otro gracias a sus gestos.

Yami se irguió en su asiento.

-No, no lo estoy.

-¿Qué pasó?

Identidad PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora