Capítulo 18

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La tarde cayó en la ciudad de aquel país en donde la niña de cabellos castaños quedó varada hacía 15 años atrás. El trayecto de vuelta al orfanato era más lento para ella, especialmente porque estaba muy triste. No era culpable de sus desvelos, esas pesadillas provocaban que su sueño fuera mucho más corto; era curioso que sufriera por eso en los días de trabajo mientras que en vacaciones no siempre aparecían los malos sueños. En los otros trabajos donde estuvo fue despedida por lo mismo y también porque a veces le costaba trabajo entender ciertas cosas; el golpe recibido en el cerebro durante su infancia la alteró mucho en algunos ámbitos de su vida, aunque al no recordar nada de su pasado no podía saber si siempre padeció de algo así o era secuencia del golpe.

Muy a pesar de eso destacaba por ser una chica muy inteligente, no era tonta, sólo de lento entendimiento en ciertos temas. Era agradable, pero sobre todo trabajadora y responsable. Ayudaba al orfanato que la acogió de niña, el refugio donde fue protegida cuando estaba más vulnerable.

Al día siguiente descansaría y le daría tiempo de relajarse tras sus malos ámbitos para dormir.

Una vez cruzó la puerta del orfanato fue recibida por Martha quien notó una atmosfera de tristeza en la joven.

-¿Qué sucedió, Tea?-su voz sonaba críptica

.

.

El agua caliente burbujeaba, de ella salía un ligero vapor que danzaba sobre el agua diluida con el café que Martha le entregó a Tea.

-Mmmm, ya veo. Así que el señor Marik ya está fastidiado de tus retardos.

-Me dictó que este será el último.

-Lamento que no te haya despertado. No creí que hoy tuvieras que trabajar.

Se sentó frente a ella.

-No es tu culpa, Martha. Además, quiero ser responsable, no puedo seguir dependiendo de ti por siempre.

Tea había dejado muy en claro que no quería que Martha se involucrara en sus trabajos a menos que fuera para darle un consejo. Su intención era volverse más adulta para sostener por sí sola el orfanato cuando Martha faltara. El plan de Tea era apoyar a los niños necesitados, así como ella en su niñez.

Martha lanzó una mirada fraternal a la castaña, sabiendo qué pasaba con ella.

-Esas pesadillas te atacan de nuevo.

La afirmación de la cuidadora provocó que Tea se paralizara con la taza en mano. Los ojos azules se posaron en la mujer que se había convertido en su madre adoptiva. Bajó la mirada a un lado.

-Ahora sueño más seguido con eso que antes.

Martha movió su cabeza de arriba abajo girando los ojos a un lado, después volvió a mirar fijamente a su hija.

-¿Quieres averiguarlo?

Tea supo a lo que se refería. Cabizbaja, fijó la mirada en la taza entre sus manos observando el vapor que salía del café.

-En los recientes años siento deseo de saber quién soy realmente. ¿Cómo era? ¿Cuál es mi nombre real? ¿Realmente soy japonesa o sólo hablo japonés? Hay tantas cosas que no sé y me gustaría conocer.

-Tea, si deseas saber sobre tu pasado has todo lo que esté en tus manos para que averigües la verdad.

-Temo a esa verdad.

Martha guardó silencio. Entendía los sentimientos de la chica, no era la primera vez que un huérfano anhelaba descubrir sobre su vida. Era normal que alguien como Tea quisiera enterarse de su vida, más cuando su identidad estaba perdida en una memoria inexistente.

-A veces creo que es mejor no saber el pasado. Tal vez era preferible que quedara en el olvido y por eso Dios permitió que esto pasara.

Las manos de Tea apretaron su taza. Anhelo, intriga, curiosidad; una mezcla de sentimientos la llenaban cada vez que hablaba de su memoria desaparecida.

La cuidadora decidió cambiar de tema y habló sobre otro asunto que las tenía preocupadas hacía días.

-El lunes vendrá una familia nueva. Dicen que quieren adoptar un niño.

-¿En serio?-su tristeza se borró para mostrar una gran felicidad.

-Es probable que uno de nuestros pequeños se vaya con una familia.

-Me alegra eso, aunque extrañaré al niño que sea adoptado.

Por su problema de memoria, Tea no fue bien vista entre los adultos que asistían al orfelinato con la intención de adoptar un hijo. Nadie se atrevía a criar una hija de la que no se sabía nada, ni su nombre, ni sus padres, ni antecedentes. De muchos niños se sabía que fueron abandonados o que sus padres murieron, pero en el caso de Tea no había ninguna posibilidad de saber sobre su familia y eso inquietaba a la gente. Sin mencionar que en el expediente aparecía que fue encontrada entre ruinas y escombros de la guerra, cosa que alteraba a la personas y perdían el interés en ella. Lo referente a la guerra era algo que todos desean enterrar para siempre en sus recuerdos.

-¿Ya lo saben los niños?

-No los quiero ilusionar, así que esperaré y les diré un día anterior.

-De acuerdo.

Estiró los brazos al tiempo que lanzaba un suspiro de cansancio.

-Creo que me iré a dormir.-se puso de pie dirigiendo sus pasos a la escalera principal.

-Hasta mañana, Tea.

Al llegar arriba, la castaña se encerró en su habitación recargándose en la puerta con el rostro lleno de ansiedad. Se sentó frente a su escritorio lleno de papeles sobre investigaciones de niños perdidos en la guerra, pero en ningún caso parecía figurar algo que le indicara donde estaba su familia o amigos. Oculta de Martha, Tea había estado investigando e indagando hacía un tiempo atrás sobre su pasado misterioso, pero nada interesante descubrió.

Empezaba a creer que era mejor rendirse, probablemente no era muy buena idea que sus recuerdos perdidos regresaran.

Contempló la luna desde la ventana de su cuarto sentada frente al escritorio, su codo recargado en esté y su barbilla sostenida en la mano.

Ya no estaba segura si era bueno seguir buscando respuestas, continuando espulgando cada piedra en el camino para hallar lo que deseaba: su familia.

Sentía deseos de averiguarlo, descubrir su identidad perdida 15 años en el pasado. ¿Era una buena idea? ¿Y si sus primeros 7 años de vida fueron un infierno que era mejor mantener lejos de sus memorias?

Había muchas cuestiones, pero a su debido tiempo sabría lo que tendría que hacer.

Del pequeño cajón de su escritorio, sacó el único objeto que pertenecía a su anterior vida: un pedazo de corazón tallado en madera con las iniciales "Yu An".

Estaba convencida que se trataban de las iniciales de sus padres, una de ellas pertenecía a su madre y la otra a su padre. Imaginaba que tal vez su madre se la dio antes de perderse en la ciudad cuando fue casi aplastada. En los registros que investigaba buscó algo que se relacionara con la otra mitad del corazón, pero nada.

Tras haber despertado en el hospital, una enfermera le entregó en mano aquel corazón diciendo que estaba en su calceta tan bien guardado que no se dañó gravemente con todo lo que había acontecido. Si esa niña lo cuidó con tanto esmero significaba que era un objeto valioso, muy importante para dicha chiquilla que ahora usaba un nombre del país en el que estaba atrapada por no conocer su identidad y país natal.

-¿Quién eres, "Yu An"?

Lo metió otra vez en su lugar y continuo mirando la luna, como si le pidiera un consejo o que le revelara más sobre su vida antes de convertirse en Tea Gardner.

Identidad PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora