CAPÍTULO 1: A BORDO DEL KAZEFUNE

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Como todos los 1 de septiembre, Yuri Katsuki esperaba con impaciencia en el embarcadero de Yokohama. Nada más llegar a la ciudad, tras tener que transportarse desde el castillo de Hasetsu, el bullicio y el ajetreo de gente tan emocionada como él lo envolvió: jóvenes desde los siete hasta los dieciocho años corrían de acá para allá, cargando con pesados equipajes y acompañados por sus preocupadas aunque orgullosas familias. Él, quien era un mago nacido de padres carentes de poderes, siempre se enfrentaba al primer día del curso sólo.

Bueno, o más bien, no podía estar con su familia, quien vivía demasiado lejos y carecían de la capacidad de aparecerse, y no se fiaban de ningún transportador o polvo flu. Sin embargo, sus amigos de Hasetsu, Yuko y Takeshi, lo acompañaban en esa aventura.

-¿No estás emocionado, Yuri?- inquirió su amiga por quinta vez desde que se transportaron desde el castillo ninja hasta allí. Empujaba su equipaje entre el resto de personas, tanto magos como muggles, con una fluidez que sus dos amigos no podían imitar.

-Estamos todos emocionados, Yuko- dijo Takeshi, quien intentaba seguirle el paso. –Pero no vamos a perder el barco porque vayas un poco más despacio.

La chica se contuvo un poco y aminoró el paso justo cuando estuvo a punto de chocarse con una bruja que se había agachado para coger un ejemplar que se le había caído del Gossip Yokai, la revista de cotilleos más importante del mundo mágico japonés.

-¿No te da pena, Takeshi?- se lamentó entonces Yuko, cambiando su estado de ánimo como el viento cambia de dirección en invierno. –Éste será nuestro último año en Mahoutokoro; será la última vez que cojamos el Kazefune. ¿No es triste?

Takeshi hizo una mueca de tristeza ante ese comentario, pero sacudió la cabeza para quitarse esos melancólicos pensamientos.

-No, no lo es. Eso significa que este año seremos los senpai supremos. ¡Ya sabes, Yuri!- rodeó a su amigo por el cuello y éste se tambaleó. –Ahora tienes que tenernos más respeto.

-Te recuerdo que sólo me lleváis un año- dijo, recolocándose las gafas en su sitio. Podía ser un gran mago, pero siempre tendría una pésima vista. –Además, todavía os quedan nueve meses en la escuela.

-Eso, eso- Yuko recobró su ánimo y volvió a empujar su carrito. –Hay que pensar en todo lo que nos queda.

Gracias a la gran cantidad de barreras mágicas que protegían el embarcadero de Yokohama, ningún muggle le había prestado atención y llegaron sin incidentes hasta el muelle del Kazefune: el "Navío de los vientos", un enorme galeón, que más bien parecía un antiguo castillo de varios metros de largo y cinco pisos de alto, esperaba a todos los estudiantes japoneses que ese año iniciaban un nuevo año en la Escuela de Magia y Mahoutokoro. Para los ojos de los muggles, el navío era un mero crucero, pero para los magos, el castillo flotante resplandecía en todo su esplendor: tejados de lapislázuli y paredes de cuarzo, que flotaba en el agua sobre una cubierta de bambú. Del propio navío parecían flotar flores de cerezo, que danzaban en el aire rodeando con delicada belleza el barco.

Takeshi soltó un silbido cuando vio la gran cantidad de estudiantes con túnicas rosas que se embarcaban en el Kazefune.

-Cada año son más y más pequeños- comentó mientras esquivaba a uno de los niños más pequeños que comenzaban ese año el primer curso.

-Eso es porque tú eres más grande- corrigió Yuko. –En realidad, tú también fuiste así una vez.

-Yo no era tan renacuajo ni tan chillón.

-Eso dices ahora.

Yuri sonrió en silencio. De los tres, era el menos hablador, pero no por ello menos emocionado. Cada vez que volvía a Mahoutokoro, la alegría, ilusión y emoción lo embargaban. Echaba de menos la magia durante el largo verano en Hasetsu, en una familia tan desligada de la magia como la suya. No era que fuesen ignorantes, ni reacios, sino simplemente, incapaces de usarla o comprenderla. Cuando llevas toda tu vida viviendo como muggle, tener un hijo con poderes mágicos no es algo a lo que te puedas adaptar de la noche a la mañana. Y, teniendo en cuenta que Yuri pasaba más tiempo en la escuela que en su casa al cabo del año, no era de extrañar que sus padres y su hermana no entendiesen nada de magia.

Gran Prix Mágico (Yuri!!! on Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora