ciento treinta y seis.

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"¿Recuerdas aquella vez en que te pregunté si saldrías conmigo, pero tú me dijiste que lo harías cuando me conocieras mejor y cogieras más confianza?" dijo. Asentí. "Bien, pues eso estoy haciendo. Quiero que me conozcas completamente, y no solo al chico que se pone nervioso enseguida."

Me giré para mirarlo.

"¿Y cómo debería conocerte?"

"Digamos que no solo soy vergonzoso. Suelo coger confianza rápidamente, y eso estoy intentando hacer contigo."

Recordé aquel día en que comenzó a caminar por encima de las mesas. Parecía que habían pasado meses, pero en realidad solo habían pasado unos días. Quién lo diría.

Pues bien, este momento era algo parecido. Sin avisar, cogía comodidad como si estuviera en su casa, pero solamente lo hacía cuando se sentía con la suficiente confianza para hacerlo. Aquello me resultaba peculiar, pero me agradaba.

"¿Entonces te gusta estar cómodo?" pregunté, riendo levemente.

"Vaya, parece que lo has notado." sonrió, aún mirando hacia el techo. "Y me gusta estar lo más cómodo posible." dijo, y de un momento a otro se giró para estar tumbado de lado, mirando hacia mí. Se acercó y volvió a agarrar uno de mis mechones de pelo.

"¿Qué problema tienes con mi pelo?" pregunté, mirándolo de una forma extraña pero riendo.

"Eso mismo me pregunto yo." dijo, suspirando.

No tenía palabras en aquel momento. ¿Se suponía que aquello era bueno o malo?

Lo miré.

"¿Eso es un cumplido?" pregunté. Realmente no estaba segura.

"Claro que lo es." respondió. Cada vez, se lo veía más seguro de sí mismo, con más confianza, como cuando estaba con sus amigos, o como cuando me miraba inexpresivamente en el aula de castigo. Estaba siendo él mismo, sin pretensión alguna, sin miedo a que no me gustara algo de lo que hacía.

Porque él sabía que me gustaba todo lo que hacía.

detention room || lee jenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora