ochenta y tres.

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"¿Eso lo habéis dibujado vosotros?" pregunté a Taeil, quien estaba a mi lado. Asintió con la cabeza, mirándolo con orgullo. Sonreí y volví a mirar hacia los dibujos. Cuanto más me fijaba, más bonito era, mayores eran los detalles, más curiosidad tenía por saber qué significaban todos y cada uno de ellos.

Dos de ellos en especial me llamaron la atención.

"¿Quién dibujó aquellos dos? Son geniales." le pregunté, señalándolos.

"El de la izquierda es mío, el de la derecha, es de Jeno." respondió. Rió al ver mis mejillas enrojecer. Mierda, ¿qué necesidad tenía yo de hablar? Siempre acababa avergonzada. "No te preocupes, no se lo diré." me miró.

Comenzó a caminar hacia uno de los vagones de tren. Cada uno de ellos hacía algo diferente. Algunos continuaron dibujos que otro día no habían acabado, otros salieron a los raíles, donde se veía perfectamente el campo, y otros quedaron dentro sentados o entrando en los vagones, como hizo Taeil. Decidí seguirlo a él.

"Espero que no te moleste que venga contigo." me disculpé.

"Al contrario. Esperaba que vinieras." dijo, de una manera tan increíblemente agradable. Dios mío, nunca había visto a nadie que dijera las cosas de una manera más atrayente y agradable. Cada vez que hablaba, incitaba a hablar más con él. No podía ni pensar que él pudiera pegar a alguien.

Caminé junto a él hacia uno de los vagones. La verdad, daba bastante miedo. Estaba oscuro, los asientos se caían, y había pertenencias viejas, como carteras, peluches, botellas, etc. Me paré unos segundos a observarlo a pesar de estar asustada. Cuando volví a levantar la vista, Taeil ya no estaba.



No puedo parar de reír cada vez que me equivoco y en lugar de escribir Jeno escribo Jeni.

detention room || lee jenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora