ciento cuarenta y tres.

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Suspiré y me tumbé en mi cama. Desde ayer, cuando Jeno se fue a su casa con Jiyoon, había estado preocupada sobre sus heridas. Hoy lo había visto en el instituto, y caminaba por los pasillos lleno de heridas, lo cual no era agradable de ver, ya que me sentía mal por él. Pero él no era el único, algunos de sus amigos estaba igual o peor.

Acababa de llegar a mi casa. Aquel día no me sentía demasiado bien. No físicamente, pero si mentalmente. A decir verdad, no es que no me sintiera bien, sino que tenía demasiadas cosas en la cabeza y no paraba de pensar en todo lo que había ocurrido recientemente. La fiesta, las veces en que dormí con Jeno, lo que le dije en la casa abandonada, el médico... pero lo más importante: me había dado cuenta de que había cambiado ligeramente desde que lo conocí.

Yo nunca había sido la chica más obediente, pero sí me importaba escaparme de casa a altas horas de la noche, escaparme de un castigo o entrar en una zona prohibida como lo era la casa abandonada. Desde que lo conocí a él, aquellas cosas ya no me provocaban preocupación o culpa. No me importaba, de hecho, me gustaba.

Escuché la puerta de casa abrirse con unas llaves, lo que solo podría indicar que era mi madre. Bajé a la sala y la encontré a ella.

"¿Qué haces aquí a esta hora?" pregunté.

"Hoy me permitieron salir antes del trabajo por un problema." respondió. "¿Te molesta?" bromeó.

Negué con la cabeza y volví a subir a mi habitación.

Debía aprovechar la situación. No tendría que quedarme en casa cuidando a mis hermanos. Se me ocurrió la idea e ir a un campo al que siempre iba desde que tenía catorce años, a donde iba a pensar. Hoy era el día indicado para volver después de meses sin haber estado.

detention room || lee jenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora