ESPECIAL 3- Parte 1

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SIETE AÑOS DESPUÉS.

—Claire, despierta a papá por mí —vociferé desde la cocina mientras preparaba la mezcla de los pancakes favoritos de la pequeña Claire de tan solo 4 años. Con orgullo puedo decir que mis dotes culinarios son mejores que nunca. Obviamente esto no surgió de la noche a la mañana, pues en un comienzo lo que yo cocinaba era un menjurje que ponía en riesgo la salud de quien lo probara.

Y mi víctima era Andrew.

Puede ser que yo no fuera la mejor esposa del año, puede ser que sigo siendo un desastre en ciertas cosas hogareñas... Sin embargo, Andrew y yo teníamos claros los papeles que cumplen los esposos, y en ningún lado se establece que la esposa sea una sirvienta o una mujer trofeo, porque sencillamente eso no encajaba ni encajará conmigo.

—Sí mami —chilló Claire dejando en el suelo las muñecas con las que jugaba, y en breves segundos salió corriendo hacia el pasillo, para finalmente entrar a la tercera puerta.

Esperaba que la mezcla estuviera dorada en los dos lados, y para ganar un poco de tiempo me encargué de cortar las fresas para acompañar el dulce y delicioso desayuno de mi pequeña. Una tonta sonrisa se dibujó en mis labios al imaginarme a mi niña de cabello castaño claro saltar encima de su padre, el cual forzaría una sonrisa para no demostrar su disgusto por ser despertado tan abruptamente.

— ¡Mamá! Papá ya se despertó —chilló Claire con alegría cruzando el pasillo con una sonrisa, mientras saltaba en forma de caballito con el objetivo marcado en continuar el emocionante juego con sus muñecas.

—Muchas gracias Claire. Deja las muñecas para después, siéntate a desayunar. Hice pancakes, tus favoritos —mencioné con una sonrisa, y como respuesta obtuve los ojos brillosos de mi hija quien saltó de la emoción. —Buenos días Andrew

—Buenos días Erika —respondió tras un bostezo mientras sobaba suavemente sus ojos, dando en evidencia su falta de sueño. Ayer había llegado tarde por el trabajo, pues se presentó una operación urgente de código rojo, y hoy tenía que madrugar para realizar otro turno.

— ¡Mamá! ¡Quiero yogurt! —exigió Claire golpeado con sus pequeñas manos la mesa de vidrio.

—Claire, se dice por favor —reprendió Andrew con tranquilidad antes de darle un sorbo a su taza de café.

—Mamá, ¿por favor me traes un yogurt de trocitos con fresa? —Pidió Claire tras la sutil reprimenda de Andrew, así que con una sonrisa me levanté de la mesa dirigiéndome a la nevera.

—Claire ya estás comiendo fresa. Es malo si comes tanto, ya hemos hablado de eso —mencionó Andrew antes de que yo cogiera el yogurt.

—Me gusta la fresa, papi.

—Claire, cuando no estés comiendo fresas puedes comer el yogurt.

—Bueno papá —murmuró mi pequeña formando un pequeño mohín.

Había olvidado que Andrew me mencionó –y me mantenía recordando, pero mi memoria es terrible- de que las fresas pueden tener un parásito que se alojan en la parte donde salen las hojitas abajo del tallo, y este al crecer provoca dolores abdominales, diarreas, falta de peso y en el peor caso inflamación en el cerebro.

— ¿No te parece mejor el yogurt de mora? Es morado, es de tu color favorito —comentó Andrew intentando convencer a Claire.

— ¡Sí! Mi color favorito es el morado, como las alas de mi muñeca —chilló con emoción mientras levantaba sus pequeñas manos haciendo sonreír a Andrew.

MI NOVIO ES UNA MENTIRA *Completa*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora