Capítulo 54

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Me mantuve callada durante el resto de la poca clase que quedaba, y con ello la ironía invadía mi estado actual: el silencio me caracterizaba, pero internamente lo único que pedía era un poco de eso. Tenía tantos pensamientos inconclusos, tantas angustias gatilladas por mi inseguridad, que mi único anhelo era llegar a casa, dejarme caer enn mi cama, y dormir (o al menos, ingenuamente tratar de conseguirlo).
Salí del salón a penas el timbre sonó, y antes de poder toparme con Abie salí de la escuela en dirección hacia los paraderos de autobuses; no quería toparme con nadie conocido porque de hacerlo, las preguntas sobre mi noable cara de tristeza o ridiculez llegarían y con ello un llanto que sé sería incesante. Caminé rápido sin mirar hacia atrás, y una vez ya en el paradero me senté a esperar.
Quería creerle a Luke y también quería dejar de sobrereaccionar, pero por más que intentara no parecía dar resultado: las incógnitas eran demasiadas. Si yo supiera realmente del pasado de Luke y su trato con las chicas, tendría más o menos posibilidades de sentirme así de mal, pero con certeza. Si supiera quién era Eva y qué había sido de Luke podría creerle más o menos a Luke, pero ahora solo me invadían mas las dudas que la certeza...¿Era eso posible? Sí, siempre es posible porque siempre soy impulsiva. Pude haber hecho caso de lo que él me dijo, y haber hablado del tema pero, me cuesta tanto hablar. Es tanto el miedo que tengo de recibir respuestas que puedan hacerme daño, que prefiero quedarme en la agonizante inseguridad y duda.
Yo era una estúpida.
El bus llegó, y busqué un asiento; miré por la ventana luego de haber sintonizado mi reproductor de música, e intenté relajarme, sin embargo Wonderwall apareció en el reproductor y las lágrimas volvieron a caer.
Yo creía que él podía ser mi wonderwall: me entendía como nadie, sabía todo de mi aún cuando yo no le había dicho ni la mitad de lo que era; sentía que yo podía ser el suyo, que teníamos un recorrido que nisiquiera habíamos comenzado, y que a pesar del poco tiempo, las palabras nunca eran suficientes para decirle lo mucho que me hacía sentir...pero ahora creía que toda esa ilusión se había reafirmado como lo que era: algo no cierto, un simple anhelo.
Me bajé a dos cuadras de casa, y comencé a secar las lágrimas que habían rodado por mis mejillas durante todo el trayecto, sin embargo al llegar a la esquina de mi calle logré divisar una moto detenida en la acera de mi casa: mi corazón se aceleró, mi respiración pareció ser de pronto entre cortada y mi estómago se contrajo al solo imaginar las posibilidades de lo que esa moto en ese lugar podía significar. Apure mi paso, mientras con más impetu intentaba sacarme de la cara todo rastro de llanto cuando, al llegar a mi antejardín, lo vi sentado en las baldosas junto a mi puerta: al hacer contacto visual conmigo, me sonrió tan débilmente que la necesidad de correr a abrazarlo y besarlo diciéndole que estaba todo bien se hizo latente, sin embargo intenté comportarme y solo caminé a su encuentro.
Al estar solo a metros de él, se apresuró a tomarme de la cintura y acercar mi cuerpo al suyo; intenté hacer el quite, pero ante su toque siempre sería débil, así que solo dejé que me manejara. Luego, acercó su cara un poco hacia la mía y yo imite su acción: cuando ya había dejado mi pena atrás y me sentía presa del deseo de poder besarlo, él habló.

-Por favor no me digas que hablaremos después cuando lo que pasa es ahora-susurro cerca de mi boca. Mis piernas temblaron, solo asentí.- entraremos a tu casa, y nos escucharemos. Hay mucho que debo decir, y de verdad quiero escuchar mucho de ti.

-Bien.-dije no por enojo, sino por estar en blanco. No sabía cómo describir cómo me sentía. Simplemente quería entrar, y escucharlo, pero a la vez quería decirle que todo estaba bien, que olvidara mi escena pero que por favor me besara hasta que estuviese harto de ello, sin embargo, sabía que la primera opción era la que debía tomar.
Me separé de él y caminé hasta la puerta para ingresar a la casa. Una vez abierta, él me siguió e ingresó: ahora todo dependía de lo que habláramos, y por primera vez me atrevía a ser sincera sin trabas. Si quería que esto funcionara (y de verdad quería) no seguiría colocando obstáculos para ello... esto se había vuelto en mi más grande anhelo y en mi mayor hobbie.

Beside YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora