Parte II: Capítulo 17

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—Tienes que apresurar las cosas. —Nicole le miró gruñendo. —Hoy unos hombres de Steve vendrán por ti, sea donde sea que estés. Debemos aprovechar la oportunidad para usar eso en su contra y tu chica te vea más vulnerable o algo.

—Bien. —Nicole se sacó las vendas viendo como ya su piel se había recuperado al igual que sus músculos. —Le invitaré a cenar o algo, dejaré las cosas más fáciles para esos hombres y tengan su oportunidad de atacarme, trataré de defender a Megan hasta que llegue la policía que siempre va conmigo. —Repasó su plan en voz alta. Stephen asintió.

—Podría acompañarles, no quiero que salgas lastimada de nuevo. —Stephen le miró seriamente.

—Stephen, eso sería poco romántico. Si quiero que ella por fin se atreva a besarme, no puedes estar ahí. No te preocupes por mí, monstruo. —Nicole acarició su mejilla tranquilizandole.

Ellos podían ser unos asesinos profesionales, pero también tenían sus sentimientos. Claro que no sentían mucha empatía por los otros, pero ellos dos eran hermanos y aunque sus conversaciones no eran normales, eran su único soporte y con quien muchas veces podían sentirse personas normales una vez más.

Nicole llegó al restaurante en donde ella había hecho una reservación, había investigado y Megan solía venir a este lugar, así que supuso que sería bueno invitarle aquí. Cuando el mesero le guió a su mesa, la fiscal ya se encontraba mirando la carta. Notó que la fiscal llevaba un vestido negro que le sentaba bien y sin poder evitarlo se había mordido el labio, esta tenía que ser la noche.

—Hola, Megan. —Nicole se sentó sorprendiendo a la rubia.

—Oh, hola. —Le sonrió. —¿Cómo estás?

—Pues ahora, muy bien. ¿Y tú?

—También. —Megan mantuvo su sonrisa. —Me sorprendió un poco tu invitación, además no sabía que te gustaba este lugar.

—Sólo quería agradecerte por todo, Megan. Además, ya quería salir un poco de mi departamento. La verdad es que nunca había venido aquí, pero me lo recomendaron.

—Me encanta todo este lugar, no es de esos restaurantes caros y elegantes, es de estos restaurantes acogedores, elegantes y sencillos, sin olvidar que sus precios son excelentes igual que su carta de vinos.

—Supongo que ha sido una buena elección, puedes ayudarme a pedir. —Megan asintió. —Puedes pedir lo que quieras, yo invito.

—Oh, claro que no. —Megan negó. —No puedo aceptarte eso.

—Yo no aceptaré que pagues, yo soy quien te ha invitado.

—Pues pagaremos las dos. —Megan dijo decidida volviendo a ver la carta, Nicole le observó detalladamente mientras la rubia estaba concentrada. Cuando vio su mano, no vio el anillo. —¿Te gusta la pizza?

—Me encanta.

—Perfecto. —Megan sonrió. —Usualmente la gente no come pizza aquí y es uno de sus mejores platos, por así decirlo. ¿Gaseosa, vino, algún licor?

—Sólo agua, no me gustan las gaseosas y supongo que conducirás esta noche. Además, hace meses no bebo y quiero estar completamente bien esta noche que estaré contigo. —Nicole miró los ojos claros de su acompañante logrando que la mujer se sonrojara.

—Entonces agua será para tí. —Megan volvió a mirar la carta algo nerviosa provocando una sonrisa en Nicole.

—¿Dónde has dejado tu anillo, Megan? —La latina posó su mano sobre la mano de la fiscal que descansaba en la mesa acariciando suavemente sus dedos poniéndole aún más nerviosa.

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