Megan entregó el nuevo archivo que había hecho para el fiscal que llevaba el caso, le costó un poco convencerle, pero ella lo había logrado. Al salir de la oficina sintió algo de culpa por liberar a alguien como Gino, pero sabía que era la única forma de que Steve Collins pagara por lo que había hecho y que todos pudieran estar tranquilos otra vez, incluyéndole. Nunca había hecho algo así antes, pero en el fondo ella sentía que era lo correcto y la única forma en que pudo calmar esa mala sensación fue pensando en Nicole y en Valery, ellas merecían que su vida empezara a mejorar.
Iba devuelta a su oficina cuando vio en la puerta de esta a Stephen, no pudo evitar sentir miedo y Megan sintió como su corazón empezó a latir rápidamente. No había visto al hombres desde que casi intentó matarle.
—Stephen.
—Vengo en paz, Megan. Lamento lo del otro día. —La fiscal vio a su asistente un poco más allá que parecía interesada en lo que estaba pasando, pero al notar la mirada de Megan volvió a su trabajo rápidamente.
—Quiero que te vayas de aquí.
—Megan...
—Trataste de matarme. —Megan murmuró con ira. —Si no hubiese sido por Nicole, seguramente ahora estarías fuera del país intentando escapar.
—Megan, entiendo que no quieras verme, pero necesito tu ayuda. Es en serio.
—¿Mi ayuda? —La rubia le miró confundida.
—En realidad, quien la necesita está dentro de esa oficina. —Megan entró a su oficina y se quedó de pie en la entrada junto a Stephen para ver a Rosaline ahí.
La mujer tenía moretones en su rostro y su labio partido, Megan sintió su sangre arder porque no debía ser una tonta para saber que el responsable de esto era Malcolm. No tuvo que pensarlo mucho para saber el por qué de la mujer ahí, sus ojos le pedían ayuda a gritos.
—¿Nicole sabe de esto? —La fiscal los miró y ambos negaron con la cabeza. —Alguno tendrá que decírselo. Ahora, debemos ir con la policía para hacer la denuncia formal y que un médico te vea eso, lo usaremos como prueba para alejar a ese hombre de ti lo más pronto posible.
Nicole miraba su antigua casa pensando en qué hacer, sabía que Malcolm ya debía estar en su trabajo y era su oportunidad para hablar con su madre. Ella a pesar de todo, quería sacarle de ese infierno. Así que eso iba a hacer, caminó hasta la puerta y cuando estaba a punto de tocar, su celular sonó. Era Megan.
—Hola, Meg.
—Nicki. —Nicole rápidamente identificó ese tono preocupado en la voz de la fiscal. —Solo quiero que sepas que ahora tu madre está conmigo en la comisaría haciendo una denuncia contra Malcolm, creo que era necesario que lo supieras por si tú quisieras venir.
—Gracias, Meg. Llegaré allá en un rato. —Nicole colgó sin esperar la respuesta de la rubia, miró a su alrededor notando que no había nadie cerca y tocó la puerta sólo para verificar que la casa estaba vacía. Cuando escuchó como le quitaban el seguro a la puerta, sin esperarlo entró y tomó al hombre del cuello de su camisa estampandolo contra la pared con fuerza sorprendiéndole. —Escúchame muy bien, Malcolm. Haré que te pudras tras las rejas por todo lo que nos has hecho, no permitiré que vuelvas a hacernos daño ni que te vuelvas a acercar a mi madre.
—Estás loca. —Malcolm dijo apenas, el agarre de la latina le estaba robando algo de aire.
—Lo estoy, estoy lo suficientemente loca como para matarte. —Nicole le alejó un poco de la pared para volver a golpearle contra esta. —Y tengo la suficiente información como para decirles lo que me hiciste, Malcolm.
—Vete de mi casa.
—Esta casa es de mi padre, tú te irás de ella.
—¿Ves a tu padre por aquí?, pues no. Ese inútil te abandonó y fui yo quien tuvo que hacerse cargo de ti hasta que apareció esa mujer para tenerte como mascota. —Nicole había aprendido con el tiempo a manejar su temperamento, pero simplemente con Malcolm era capaz de sacar toda su ira acumulada por años. Así fue como Nicole hizo lo que tanto quiso hacer durante años, golpearle sin medir su fuerza.
Nicole ya no sabía si sus manos estaban con sangre de Malcolm o con la sangre de sus nudillos rotos, pero sólo sintió como unos brazos le alejaban para separla del hombre. Se habían olvidado de cerrar la puerta y ahora un hombre con tatuajes en sus brazos le mantenía retenida.
—Cálmate princesa, no queremos problemas con la ley. —Nicole estaba apunto de liberarse de su agarre cuando vio en su muñeca un tatuaje de serpiente, su padre tenía el mismo. Miró al hombre que parecía ser unos años más joven y él le soltó cuando pareció calmarse. —Vámonos. Y tú, no dirás ninguna palabra. —Malcolm asintió apenas pues estaba mareado por los golpes que le dio la latina.
—¿Por qué tienes ese tatuaje? —Nicole le siguió. —¿Y quién eres?
—Este es el símbolo de mi banda, soy Xavier. —Él le sonrió.
—Mi padre tiene el mismo. ¿Lo conoces o algo?, se llama...
—Alberto García. —Nicole asintió. —Conozco a tu padre, preciosa.
—En primer lugar, no me llames así reconozco mi belleza y no necesito que tú me la recuerdes. —Xavier sonrió divertido. —Segundo, ¿Era parte de tu banda?, y ¿Qué hacías aquí?
—Alberto es el líder, cariño. Y si estoy aquí es porque siempre te mantiene vigilada cuando estás en Nueva York, nosotros protegemos a nuestras familias. Sólo procuraba de que no te metieras en más problemas.
—Bien, ahora llévame con él.
—Lo lamento, princesa. Primero tengo que hablarlo con él.
—Llámale. —Xavier negó mientras seguían caminando en dirección al auto de Nicole, la latina volvió a mirar a su alrededor antes de atraparle contra el auto.
—Que ruda.
—Hablo en serio, Xavier. Era una orden. —Y por primera vez alguien se libró de las manos de Nicole.
—Yo también sé artes marciales, me molestaban cuando era niño. —Él le sonrió antes de mirar a su alrededor asegurándose de que nadie les vea. —Soy como tu ángel guardián, siempre estoy vigilando de que nada te pasa, cuando habla con Alberto te diré su respuesta.
—No me gustan los no como respuesta.
—Princesa, créeme que si fuera por mí haría lo posible. No puedes tener todo lo que quieres, vamos por paso, ahora creo que debes ir con tu madre, ¿No?
ESTÁS LEYENDO
Killer Love
Teen FictionNicole García creció en las calles del Bronx teniendo una niñez llena de violencia y maltrato, cuando cumple 12 años decide dejar su casa para escapar de aquel infierno entrando a otro. Cuando por fin piensa encontrar ayuda con una joven mujer que d...