Parte III: Capítulo 26

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—Ella sigue investigando. —Nicole miró a su hermano.

—Pero ella oficialmente dejará el caso. —Nicole dijo confundida. —De hecho hoy le dejaría los archivos al nuevo fiscal.

—Al parecer eso no está deteniéndola. —Nicole soltó un suspiro antes de tomar su chaqueta.

—Quédate con Valerie, resolveré esto.

Y Nicole condujo hasta la oficina de Megan en donde tuvo que esperar para entrar, apenas cruzó la puerta vio la caja en donde estaban los archivos del caso y fingió una sonrisa antes de ir a besar a la fiscal.

—Hey, ¿Y esta sorpresa?

—Pensé que podríamos ir a comer algo. —Nicole se encogió de hombros.

—Claro, debo llevar esto con el nuevo fiscal y podemos irnos.

—Dejame ayudarte. —Nicole le dio una sonrisa antes de tomar la caja, Megan se levantó para guiarla a la nueva oficina, en el camino fingió tropezar haciendo que todo cayera.

En un rápido movimiento metió entre los papeles unos informes en donde Steven se veía culpable e incluso daba a entender que no lo hizo sin ayuda, pero era algo que desviará cualquier teoría que los inculpara. La fiscal estaba más pendiente de poner todo en orden como para notar esto.

—¿Estás bien?

—Soy un poco torpe a veces, no te preocupes cariño. —Megan se sonrojó al escuchar eso y fue ella quien tomó la caja esta vez, Nicole sólo la siguió con una sonrisa.

Cuando llegaron a la oficina del nuevo fiscal Nicole le dio sólo una mirada, ella sabía quién era y tenía claro que era un buen fiscal, pero no tanto como la rubia. Sin duda podría irse de vacaciones pronto con tranquilidad, debía seguir con la fiscal hasta que cerraran el caso definitivamente le servía tenerle cerca y se mentiría si dijera que Megan no le parecía atractiva y que la pasaba mal a su lado.

Cuando salieron fueron a un restaurante bastante sencillo, fue cuando pidieron su comida y Megan fue al baño, la latina notó un poco más allá a Edward Robbins junto a Gino, el padre de la fiscal no se veía nada feliz. Nicole llamó al mesero y él fue rápidamente.

—Te daré cien dólares si escuchas la conversación de allá. —El mesero pareció dudarlo un momento, pero terminó aceptando. Cuando Megan regresó posó su mirada sobre ella, no quería que la fiscal notara que su padre estaba ahí, era claro que la rubia no tenía idea de los negocios de su padre.

—¿Has cambiado algo? —Nicole negó.

—Solo le preguntaba unas cosas, me gusta este lugar. —La latina le sonrió.

—Es muy lindo, espero que su comida sea tan buena como el aspecto del lugar. —Nicole sólo mantuvo su sonrisa. —Uhm, no sé si deba hablarlo ahora, pero creo que este es el mejor momento que tenemos y necesito decírtelo.

—Te escucho.

—Ese día que hablé sobre tu padre, tu mirada cambió. —Nicole le miró algo sorprendida. —Solo me preocupó un poco eso, siempre tienes conmigo y Valerie una mirada acogedora, pero en ese momento te desconocí. —Nicole se quedó en silencio pensando en las palabras de la fiscal.

—Cuando Shannon luchó por mi custodia para adoptarme, tuvo que negociar con mi madre y cuando lo consiguió sólo faltaba mi padre quien se negaba. Ella pensó que sería buena idea llevarme a hablar con él para convencerlo, la razón porque no aceptaba fue porque se enteró que Shannon le pagó a Malcolm para convencerlo, él quería el doble. —Nicole apretó su vaso de agua y se quedaron en silencio mientras llegaban con sus platos, era la primera vez que hablaba de ello. Ni siquiera su hermano sabía de eso. —Shannon le pagó y sólo una vez me llamó, al parecer sus delitos eran más de los que yo siempre creí que eran, él era el maldito líder de una banda. Eso suele pasar cuando te creas expectativas de la gente o simplemente tienes una imagen idealizada de ellos, siempre te llevas alguna desilusión.

—Tienes una mente maravillosa, lamento que hayas tenido que pasar por todo eso. —Megan tomó su mano sobre la mesa mirándola a los ojos, Nicole no vio lastima en ellos, sólo vio sinceridad en ellos. —Pero todo eso te hizo la hermosa mujer que eres ahora, Nicole García.

—Yo te he contado algo, ahora te toca. ¿Qué escondes?

—¿Qué te hace creer que escondo algo? —Nicole le sonrió levemente.

—Sé analizar muy bien a la gente, la primera vez que te vi recuerdo que te veías muy desanimada y he podido ver las cicatrices en tus brazos. —Megan soltó un suspiro.

—En realidad no es algo que oculte, sólo no me gusta recordarlo. —Megan empezó a comer. —Mis padres eran bastante jóvenes cuando nací, para mi suerte y la de ellos sus padres tenían dinero. Viví los primeros años con mis abuelos y ellos, pero cuando papá compró la empresa de la familia también compró una casa enorme. Fue entonces cuando empezó todo, mi única compañía en esa enorme casa era Hayley y mi perro, mis padres trabajaban todo el día, sobretodo mi padre, pasó un tiempo hasta que las peleas empezaron y mi padre apenas parecía por casa igual que mamá, yo era una adolescente y pasaba por cosas, tenía inseguridades y me sentía de alguna forma fuera de lugar en cada lugar que debía ir. Cuando la madre de Hayley se casó pasaba menos tiempo en mi casa y yo me estaba llenando de ira poco a poco con mis padres y toda esa ira la solté sobre mí. —Nicole le miraba atentamente. —Cuando nos vimos yo ya estaba mejorando, luego del divorcio de mis padres viví con papá y él trató de estar más tiempo, también tenía a mis abuelos de nuevo. —Megan sonrió levemente.

Mientras las chicas hablaban en ese restaurante sin notar que los hombres se habían ido de ahí. Stephen Harris caminaba por el edificio Robbins hasta llegar a la oficina de Edward, quien al verlo llegar inmediatamente pidió que no lo molestaran. Stephen se sentó frente a él mientras el hombre le miraba seriamente.

—Así que tú eres uno de los famosos sicarios. —Stephen se encogió de hombros.

—Tengo mi fama, pero tú no me llamaste para saber de mi vida. Además, no sólo soy un sicario, me gusta más que definan mi verdadero trabajo como que resuelvo los conflictos de los ricos.

—Eso es bueno, no quiero que mates a nadie. —Stephen asintió. —Supongo que debes conocer a Gino, —Asintió. —quiero que lo metas a la cárcel.

—¿Sabés lo que eso significa? —Dijo algo sorprendido, nadie había tenido el coraje para eso.

—Claro que sí, pero quiero tenerlo lejos de mí. —Stephen terminó asintiendo. —Quiero que él pague por lo que le hizo a mi hija. —Stephen ni siquiera se inmutó. —Encuentra la forma en que lo culpen por eso.

—Ahora hablemos de lo que deberás pagarnos.

—¿Pagarnos?

—Tengo una compañera, además no es tan fácil como crees es todo un equipo detrás. —Edward asintió.

—Solo hazlo.

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