La mujer sudaba mientras seguía tratando de liberarse de la cinta que la mantenía prisionera. Soltó un fuerte suspiro mirando a la mujer frente a ella que parecía estar inconsciente, sabía que debía sacarle de esto pues se sentía responsable de lo que podría pasarle por su culpa, y la culpa de su esposo.
—¿Qué pasa? —La joven mujer abrió lentamente sus ojos mientras parecía algo ida.
—Nicki, mantén la calma. Nos tomaron como rehenes, pero prometo sacarte de esto. —La joven pareció asustada.
—Beatrice, no entiendo nada.
—Te dije que mi esposo no era el mejor hombre del mundo, él tiene negocios con algunos hombres del mundo de la mafia, de la verdadera mafia. Además, sabes que tiene algunas bodegas y ahí fabrica y vende algunas drogas para adolescentes idiotas. —Ella suspiró. —Esto es muy normal en mi vida en este punto, no te preocupes cuando el secuestrador traiga el teléfono me ocuparé de decirle que también pague lo tuyo, cariño.
—¿Ya has visto a quien nos ha traído aquí? - Beatrice negó. —¿Y cómo sabes que es un secuestro?
—¿Qué más podría ser?
—¿Cómo puedes estar segura de que él pagara lo mío? - Beatrice sólo lo observó. —Me dijiste que era la primera...
—Y lo eres, los demás sólo habían sido hombres. —Nicole empezó a llorar. —Cariño, no es el momento.
—Veo que han despertado. —Un hombre alto entró con pasos seguros.
—Eres muy valiente al mostrar tu cara, ¿Por qué supones que no me encargaré que pagues por esto? - El hombre rio ante el inesperado comentario de Beatrice.
—¿Por qué supones que esto es un secuestro? —La mujer se quedó en silencio. —A mí ya me pagaron por mi trabajo, aunque lo hicieron por adelantado me dijeron que podrían sumar algunas cifras si te torturábamos un poco.
—Así que no trabajas solo. —Él sólo se encogió de hombros. —Mi marido no tardará en encontrarte, mal nacido. —El hombre se sentó en una de las sillas que tenía en aquel lugar.
—Mi nombre es Stephen.
—Bien, Stephen. Al menos sabremos que poner en tu maldita lápida.
—Eres muy insolente para estar en una posición tan riesgosa. Quiero ese extra por avaricia, no porque lo necesite, si quiero podría matarte ahora mismo.
—Si te pagaron por mí, ¿Por qué las has traído?
—Quiero torturarte de todas las formas posibles. —Él respondió como si fuera lo más normal del mundo provocando un escalofrío en la mujer, cuando Stephen sacó un cuchillo y un afilador se le pusieron los pelos de puntas al escuchar el sonido de estos. — That's what I like about you. You hold me tight.
—¿Por qué cantas eso? —Nicole habló dejando de llorar.
— Me gusta esa canción. Sabes elegir muy bien a tus parejas, ¿No?
—No hables así. —Nicole le miró seriamente.
—Te pagaré el doble. —Ambos miraron a la mujer.
—Ten por seguro que sé que no podrías pagarme el doble, cariño. ¿Por qué te preocupa tanto tu puta?
—No le digas así. —Stephen se encogió de hombros.
—¿He herido tus sentimientos? —Stephen le preguntó a la menor, pero esta no respondió. —No deberías preocuparte tanto por ella cuando tú eres quien más sufrirás.
—Me preocupo por ella porque le amo. —Beatrice confesó por primera vez mirando a los ojos de la joven latina que la miró sorprendida.
—Que tiernas que son. —Stephen rio sin parar hasta que su risa cesó lentamente. —Creo saber por dónde empezar, te haré un favor y te asesinaré de inmediato. —Se acercó a Nicole ante la atenta y asustada mirada de Beatrice.
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Killer Love
Teen FictionNicole García creció en las calles del Bronx teniendo una niñez llena de violencia y maltrato, cuando cumple 12 años decide dejar su casa para escapar de aquel infierno entrando a otro. Cuando por fin piensa encontrar ayuda con una joven mujer que d...