Parte I: Capítulo 5

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Una niña de 11 años cocinaba atenta del reloj, no podía demorarse ni un minuto más o al volver a casa estaría en problemas con Malcolm, y ella en serio no quería más problemas con él o con su madre, al menos no quería aumentar su ira al volver a casa luego de lo que había pasado la noche pasada.

—Estabas en todo tu derecho de golpear a ese chico, Nikki. —La señora Carmen le habló seriamente. —No entiendo cómo puede castigarte por eso.

—Pues es el hijo de su jefe y ahora seguramente no podrá obtener su ascenso. —Murmuró sirviéndole el plato de comida y fue por las pastillas de la anciana que tenía un tanque de oxígeno a su lado mientras comía. —Pero no te preocupes por eso, abuela. —La niña fingió una gran sonrisa, no le gustaba preocuparle. —Vamos, come.

—Los medicamentos me matan, sino fuera porque me has cocinado tú no comería ni un bocado. —La niña esta vez sonrió con honestidad.

—Recuerde que su hijo vendrá la otra semana con sus nietos a verla.

—Lo sé, Nikki. Me lo repites cada tarde.

—Es sólo para que no se le olvide, ¿Quiere que venga ese día para ayudarle? —La anciana negó levemente.

—Cariño, no tienes que cuidarme. —La anciana acarició con ternura la mejilla de Nicole haciéndole sentir en paz.

—Me gusta hacerlo.

—Sí, pero mis hijos gastan dinero en una enfermera para algo. —Ambas rieron. —Me agrada tener tu compañía, niña.

—Me gusta estar con usted, abuela.

-—Es hora de que vuelvas a casa a hacer tus deberes. —Nicole asintió. —Si me necesitas las puertas de mi casa están abiertas para ti. —Nicole abrazó a su vecina antes de tomar sus cosas y volver a casa, debía limpiarla antes de que el esposo de su madre llegase.

Nicole estaba creciendo y aunque en su mente ya parecía una adulta, apenas estaba entrando a su adolescencia y ella sólo pensaba en una cosa, marcharse de aquella casa. Había creado miles de planes, pero nada era seguro y no podía mudarse con su vecina pues aquello sólo les traería problemas a ambas y ella no quería que Carmen se viera involucrada en todo lo que estaba pasando dentro de su casa.

La chica fue a cambiarse de ropa una vez terminó de limpiar su casa y al quitarse su camiseta pudo ver el hematoma en el costado de sus costillas, habían sido golpes bastante duros, si tan sólo su padre se enterara de seguro se escaparía de la cárcel para golpear a aquel hombre, al menos eso le gustaba pensar.

—¡Nicole, ven ahora mismo! —La joven latina se sobresaltó y rápidamente se puso otra camiseta para ir con Malcolm. —¡Te he dicho que fueras a comprarme cervezas!

—Pero tú dijiste que no podía salir de casa...

—¡¿Eres estúpida?! —Él negó con ira. —Seguramente está en tus genes, con los estúpidos padres que tienes. —Nicole se mordió el labio conteniéndose de decir algo. —Ve, idiota. —Malcolm la agarró con fuerza del brazo antes de darle un empujón.

Malcolm se tiró sobre el típico sillón en el cual se sentaba por horas luego de llegar de su oficina y puso algún canal de deportes mientras ponía sus pies sobre la pequeña mesa que tenían al centro. Él estaba enfadado, pero no podía golpear a Nicole por ahora pues sabía que servicios sociales tenía puestos ojos en él luego de que su escuela los llamara, sin duda anoche se le había pasado la mano, pero eso a él poco le importaba. A él no le importaba si a Nicole le enviaban a hogar para menores, le importaba el cheque que les daba el gobierno, no era mucho, pero con eso podía comprar algunas cosas para él. Rosaline estaba bajo su control y eso le gustaba, le gustaba tener el control total frente a todo.

Killer Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora