Capítulo 27: "Ex-amiga"

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Los besos de Joseph se sienten bien, húmedos, cálidos y suaves. Inclusive me gusta el sonido que hacen cuando chocan contra mi cuello. Bajan lenta y de forma sutil por mis hombros semi desnudos y vuelven a subir hacia mis labios. Toda la situación se está transformando en algo que empieza a hacerme sentir febril. Además, el hecho de que Joseph esté acostado sobre mi cuerpo, vuelve todo aún más excitante.

Sus labios se dirigen a los míos y los atrapo al instante, mis dedos empiezan a subir por su nuca hasta enredarse en su castaño cabello. Mi respiración se agita y la de él también, solo me detengo unos segundos para tomar algo de aire, pero cuando obtengo el suficiente, vuelvo a besarlo. Todo es perfecto, el momento y sobre todo mis ganas, no obstante... hay algo que impide que mi confianza inicial prosiga. Empiezo a tener un gran dilema entre mis creencias desde niña y las que he desarrollado ahora. Incluso me cuestiono si no estaré yendo demasiado rápido y si Joseph me gusta demasiado como para permitirle ir más allá de tocar mi brasier —que está acariciando justo ahora—.

Abro los ojos de un tirón, me muevo bajo su cuerpo y llevo una mano a su brazo para retirar la suya debajo de mi suéter de hilo. Trago saliva cuando no logro moverla ni un centímetro, o mejor dicho Joseph no está muy dispuesto a retirar su mano de esa zona. Sus besos vuelven a dirigirse a mi cuello, pero esta vez descienden rápido hasta la zona de mis pechos. Empiezo a angustiarme cuando escucho sonidos en la planta baja de la casa, como si una persona acabara de entrar. Joseph gira la cabeza sobre su hombro al detectar el mismo sonido que yo, y aprovecho para sentarme sobre la cama y apoyar mi cuerpo en el espaldar de esta.

— Creí que tus padres no estaban en casa —digo, mientras bajo mi desacomodado suéter.

Joseph ríe, luego toma mi mentón y lo atrae hacia él para besarme.

— No te preocupes, mamá no suele entrar a mi habitación.

Me sorprendo al ver que se posiciona nuevamente sobre mí y empieza a devorar mi cuello desmesuradamente.

— Creo que escucho pasos cerca —atino a decir. No sé muy bien por qué no me atrevo a detener a Joseph, solo sé que tal vez luzca estúpida impidiéndole a mi novio que bese mi cuello. El problema es que no sé si él sepa que bueno yo... no llegaré más lejos de lo que él cree.

Acabo de decidirlo hace cinco segundos.

Sip, intentaré llegar virgen al matrimonio. Igual que Daisy, mi protagonista preferida.

— Descuida, mi amor, no es nadie —Joseph acaricia una de mis mejillas, me observa con una penetrante mirada y vuelve a besarme con determinación. Jamás he visto ese gesto en él, luce ansioso y algo sofocado. Explicándolo de forma más explícita, él está demasiado excitado.

Lo compruebo cuando su mano se atreve a apretar con fuerza mi trasero. Empiezo a comprender que, si quiero mantener mi virtud, al menos debo impedir que siga tocando las partes erógenas de mi cuerpo.

Coloco ambas manos sobre sus hombros y lentamente empiezo a empujarlo hacia atrás, pero él está tan concentrado en seguir tocándome, que solo escucho su risa rasposa y luego el sonido de varios besos sobre mis brazos. Me distraigo cuando escucho el sonido de unos zapatos muy cerca de la habitación. Esta vez mi novio no se percata de eso ya que ha vuelto a caer sobre mí y ahora intenta desabrochar los botones de mi jean.

—Joseph, espera, hay alguien tras la puerta — mi voz suena quejumbrosa.

—La puerta está asegurada —habla sobre mis labios.

Efectivamente dicha afirmación no hace más que alarmarme.

¡Alerta Roja!

La voz de Ceci diciéndome: "Ajusta las bragas, Mirian Fernanda" se escucha como un eco en mi cabeza. Ella ha tenido razón, es muy difícil cortar una situación como esta y más cuando tengo novio que por lo visto está muy deseoso de acostarse conmigo. No encuentro la manera de bajar su calentura, ni siquiera mis quejidos y negaciones lo detienen. Entonces... lo febril del momento tiene una culminación demasiado rápida, convirtiéndose ahora en algo totalmente diferente. Una gran cantidad de agua ha caído sobre nosotros mojando mi ropa y la de Joseph, incluso los costados de la cama. Él se levanta enfurecido mientras yo, bastante anonadada, me incorporo y trato de entender lo que acaba de ocurrir.

WHEN SHE WAS HIS FRIEND.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora