Capítulo 3: Besuqueos (Parte I)

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Sí, esto es precisamente lo que imaginé.

Así lo soñé.

Marlon y yo viendo una película romántica en el cine.

Claro que yo estoy sentada tres filas detrás de él mientras veo su caballera rizada y la de su rubia acompañante, quien por cierto parece tener dolor en el cuello, ya que no deja de apoyar la cabeza en el hombro de mi amigo.

¿Qué pasa conciencia? Así me imaginé esto, es decir, el que se alimenta de ilusiones muere de un cáncer llamado decepciones.

La "cita" tenía como fin ayudarlo a huir de una de sus locas conquistas adictas a su embriagante aroma —porque hay que aceptar que su perfume es muy agradable—. Como sea, jamás hubiera aceptado, estoy muy segura de eso, pero su fin no es netamente malo. Él me ha hecho la petición de que lo golpee esta noche. Sí, esto es raro, aun tratándose de Marlon por quien he hecho cosas realmente tontas solo para salvarlo de la desgracia, sin embargo, golpearlo está dentro de mis pasatiempos favoritos y no puedo perderme esta oportunidad. La parte negativa de todo esto es que: Tendré que fingir ser su novia.

O mejor dicho la desquiciada ex.

El punto es que hasta ahora no sé cómo él logró convencerme. Le atribuyo esta estúpida decisión a que él tenía entradas para la mejor película romántica de los tiempos, entonces, naturalmente acepté porque soy una cinéfila sin remedio y... porque soy tan buena amiga que deberían hacerme una estatua y colocarla en medio de la plaza central de la ciudad.

Las luces se apagan y me dispongo a atragantarme de pochoclo como siempre lo hago; a mi costado derecho, una pareja de enamorados se besuquea desenfrenadamente, y a al otro lado tengo un asiento vacío. Por un momento me veo tentada a querer irme a los asientos delanteros, ya que los soniditos de los melosos me están volviendo un poco loca, pero soy distraída por un hombre robusto que se atreve, después de incesantes regaños, a arrojar desde su asiento palomitas en las cabezas de los enamorados.

— Váyanse a un hotel, dejen los arrumacos para otro lado — chilla, mientras agita una mano en la que tiene una bolsa de frituras.

Me encojo en mi asiento, temerosa de que pueda estar en medio de una guerra de comida.

¿Qué clase de sala es esta?

—Muévete a otro lado, gordo idiota —responde el chico, quien luego gira para frotar su nariz con su novia. Noto algo de socarronería en su acción.

— ¿Qué-qué dijiste? —el tipo parece enfurecerse—. A mí nadie me dice gordo, solo mi mujer.

Quiero concentrarme en el tema de la película, pero la discusión me parece tan divertida que mantengo mi atención en ellos.

—Que hay muchos asientos libres y... le hace falta mucho sexo, viejo.

— Si no se mueven, les patearé el culo ¡Idiotas!

— ¡Ya cállese, ridículo! —gritan ellos al unísono, provocando que toda la sala los abuchee.

Veo al robusto fruncir el ceño mientras bota aire por la boca, parece un toro a punto de embestirlos con furia descomunal. Al principio tengo la idea de que arremeterá contra ellos, pero momento después camina hacia la salida con los puños apretados y la bolsa de frituras hecha un bollo. Puedo intuir que él quiere acusarlos con los supervisores del cine y sé que puede hacerlo. Hace unos días esta cadena lanzó un anuncio publicitario en contra de los besuqueos distractores, cosa con la que yo no estoy cien por ciento de acuerdo.

Y es que siempre me imaginé besando a Sam Claflin en el cine.

Calla Michi.

Oigo los cuchicheos y risitas por parte de los enamorados, claramente ellos discuten las posibilidades de dar rienda suelta a sus pasiones en otro lado. Por el rabillo del ojo, veo cómo se ponen de pie y caminan uno tras otro, lucen inquietos y disgustados por la interrupción, pero es muy obvio que se han percatado de que están a punto de ser acusados ante el personal de vigilancia. Esta vez trato de concentrarme en la película, pero la mano de la rubia acariciando el cabello de Marlon, me distrae. Él quita su mano y le señala con un dedo el gran afiche de la entrada en modo de advertencia. Una risa escapa de mis labios; definitivamente a él no le agrada la chica, lo conozco y sé que en otras circunstancias le hubiera importado poco una campaña publicitaria anti besos.

WHEN SHE WAS HIS FRIEND.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora