Capítulo 43: " Con él"

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La vida te da pequeñas señales, cuan destellos de luz que te hacen parpadear solo unos segundos o fruncir el ceño ante la idea maliciosa que quiere romper el perfecto estado de tus sensaciones. Señales que dejas olvidadas, por ser tontas, mínimas, desechables, nada en comparación a todo lo anterior, pero que se convierten en un lapso más importante que muchos años de estable creencia de perfección.

No lo tomes a mal, solo te están protegiendo.

¡A esto le llamo atardecer perfecto!

Algunas veces no nos percatamos de cosas tan sencillas como la que estoy viendo ahora: Un hermoso y anaranjado atardecer. Del tipo de imágenes que solo ves en post de Instagram. Y del tipo de paisajes que tu cámara de poca resolución —como la mía— no logran captar. Pero, vivirlo es mucho mejor. Y es que siempre me he preguntado por qué estamos tan ansiosos por captar con un lente de cámara algún recuerdo, cuando podemos verlo con nuestros propios ojos.

Personalmente, prefiero revivirlo en mi mente que a través de una fotografía.

Y porque he olvidado, por milésima vez, la clave de mi cuenta en Instagram.

El ambiente está en su punto perfecto. No siento ni frío ni calor, estoy tan cómoda que podría quedarme aquí, contemplando como el sol se disuelve en el inmenso mar y como las aves empiezan a emigrar hacia el Norte.

Sí, el momento perfecto para pedir el deseo anhelado de tu corazón y la situación más indicada para decir un te amo verdadero. Entonces, como pieza infaltable en el rompe cabezas, se acerca él. Frío por fuera pero cálido en mi boca, con un aroma espectacular y la dulzura perfecta que hace enloquecer a cualquier alma sedienta. Sedienta de placer.

Sedienta y deseosa, muy deseosa de refrescar mi garganta con un grandioso helado.

Si hay algo mejor que la comida, son los postres.

— Muchas gracias —pronuncio cuando Marlon me hace entrega del cono de helado.

Él se coloca a mi lado y yo me muevo un poco hacia un costado para que ambos estemos cómodos. Luego, apoyo mis codos en las barandas y continuó observando lo que el malecón costero me ofrece. Dejo que esa belleza opaque por un momento mis grandes angustias y que dejen de girar a mi alrededor muchas preguntas.

— Hemos pasado una gran mañana, ¿no crees? — pregunta, chocando su codo con el mío.

Solo me limito a asentir y regalarle una gran sonrisa.

¿Qué me ocurre?

Siento el brazo de Marlon rodear mi espalda y su mano detenerse en el espacio entre mi cuello y mi hombro. Miro de reojo la piel de mis brazos y compruebo que tengo el efecto "gallina". Es imposible meditar o estar en un momento de relajación cuando tienes a un tipo tan guapo como Marlon mordisqueándote la oreja.

¿Qué?

— ¿Qué estás haciendo? —digo alejándome un poco y entre una que otra risa nerviosa.

— Estás muy extraña desde hace un rato, ¿ocurrió algo? —sus cejas se curvan hacia arriba, lo noto un poco preocupado. Quiero contarle, pero temo en arruinar el tiempo juntos con mis inseguridades. Es muy complicado mostrarte vulnerable acerca de terceras personas. No es agradable aceptar que tu autoestima se daña un poco al imaginar a quien amas con alguien más.

— Estábamos hablando de tus mordiscos en mi sacrosanta oreja —bromeo.

— ¿No puedo? — pregunta, con un tono sugerente y coqueto.

WHEN SHE WAS HIS FRIEND.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora