Capítulo 39: "Cactus".

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Completamente perpleja, observo el libro que yace entre las manos de la madre de Joseph. Con inseguridad estiro un brazo para poder tocarlo, pero la culpa y el recuerdo de hace unas horas me echan hacia atrás.

—Gracias, pero no puedo aceptarlo es...

— ¿Qué dices mi amor? —Joseph se coloca a mi lado y pasa una mano por mi cintura, atrayéndome más a su costado —. Yo mismo le dije a mamá que te regalara ese libro.

Trago un poco de saliva y le echo una mirada rápida a mi madre, quien está cruzada de brazos con un gesto netamente incómodo.

— Es que...

— Vamos, Mirian. No querrás hacernos un desaire. Además, Joseph dijo que a ti te encantaban los libros de romance y este —Grecia levanta el libro como si fuera una reliquia importante—, este es una edición limitada. Nos acaba de llegar y tú serás la primer en tenerlo en toda la ciudad.

Oh, sí. Había olvidado que los padres de Joseph son dueños de la editorial Buchanan.

¿Libros? ¿Marlon? ¿Libros? ¿Marlon? ¿Libros?

Maldita sea, qué difícil decisión.

Ante mi silencio, la madre de Joseph levanta una ceja y camina un paso hacia mí. Algo en su mirada me dice que ella sospecha que mi negación en recibir el regalo, es por pura culpa.

—Joseph también nos dijo que tú más que nadie te merecías lo mejor del mundo, ¿es eso cierto, Mirian?

Estoy muy segura de que enorme y pesadas gotas de sudor se han formado en el borde mi frente y alrededor de mis labios. La madre de Joseph parece sospechar que no soy la clase de chica que merece a su hijo. Y está en lo cierto. Aunque me duela aceptarlo, me he convertido en algo del cual me siento avergonzada.

— Claro que es cierto —interviene mi madre.

Casi arranchándole el libro de las manos a Grecia, ella lleva el preciado objeto hacia nuestra vitrina y lo coloca junto a nuestras tazas de porcelana. Mientras todos la observamos sorprendidos por su reacción, mamá mantiene una sonrisa de oreja a oreja. Agacho la cabeza y siento su mano en mi hombro, entonces dice:

— Michi es una chica normal, comete errores y toma malas decisiones, pero también es una niña muy gentil, sincera y de buenos sentimientos, y eso —mamá me da una palmadita reconfortante en la espalda—, eso pesa más que cualquier debilidad. Además, sé muy bien que Michi sabe reconocer cuando obra mal y tratará de solucionarlo a como dé lugar. Así que sí, mi hija se merece eso y más, señora.

— Qué agradable noticia, Hellen —contesta Grecia—, pero debo decirte que es mi labor como madre cuestionar ciertas cosas. Tú más que nadie debes saber que una solo quiere la felicidad de sus hijos.

Todos rebotamos miradas entre ellas.

— Por supuesto que sí, y como madre te digo que mi hija siempre actuará bien —recalca mamá.

— Pues...

— Bueno, bueno —interviene el padre de Joseph—. Creo que es momento de tomar asiento y conversar un poco. ¿Nos podrían ofrecer un vaso de agua, por favor?

Mamá asiente y Grecia parece quedarse con hiel en la boca. Veo a Joseph darle una mirada desaprobatoria, sé para que para él ha sido un momento incómodo. Y es que presenciar una pequeña riña entre nuestras madres, dista mucho de convertirse en una buena presentación de familias.

Con el estrés al tope y el cuello doliéndome por la tensión, decido ir a mi habitación por un suéter. En el camino me voy convenciendo de que no ha sido una buena idea dejar que esto pase. Y con esto me refiero a todo. Desde dejar que la familia de Joseph visite mi casa, hasta besarme con Marlon.

WHEN SHE WAS HIS FRIEND.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora