El edificio en el que me encuentro no parece tener un aspecto seguro. De hecho, parece ser parte de una escenografía terrorífica. Es de esas estructuras viejas y desgastadas que se alzan en medio de un barrio peligroso y lleno de personas sumergidas bajo el vicio del cigarrillo y el alcohol. Nunca he venido a este sitio en específico y menos a estas alturas de la noche. Siempre he sido bastante cuidadosa en no verme obligada a caminar sola por las calles de Charlotte. No obstante, la voz angustiada de la mujer que me llamó al teléfono me hizo replantearme ciertas reglas.
Frente a la puerta color caoba y ya un poco desgastada por el tiempo, me planteo dar unos toquecitos o no sobre esta. No tiene timbre ni nada por el estilo, así que es muy probable que deban ser golpes enérgicos para que alguien escuche mi llamado. Levanto una mano muy decidida y alguien interrumpe mi momento de valentía abriendo la puerta. Veo a una mujer esbelta en el marco de esta. Ella tiene el cabello teñido color rubio, pero en sus raíces se delata el castaño natural. Lleva un saco rojo que le llega hasta las rodillas y usa botines negros. En su boca sostiene un cigarrillo que está a punto de acabarse. Antes de que pueda decir una palabra ella me toma del brazo y me arrastra hacia el interior del departamento. Empiezo a sentirme nerviosa, confundida y hasta un poco arrepentida de encontrarme en este lugar.
— Toma asiento — me dice, mientras señala un viejo sofá de cuero.
Un poco contrariada, obedezco, pero en cuanto me acomodo intento hablar por segunda vez. Sin embargo, la mujer me detiene y hace una seña para que la espere. La veo caminar hacia uno de los pasillos y perderse en la oscuridad de este. Suspiro y empiezo concentrarme en el ambiente del lugar. El edificio podrá ser todo lo feo posible pero el interior del departamento luce ordenado y bastante cómodo. No lujoso, pero sí acogedor. El sofá en el que me encuentro forma parte de un juego de cuero color marrón que combina con las paredes celestes y las muebles caobas alrededor. El piso está hecho de pequeños bloques de madera y el techo está decorado con focos algo tribales. Todo tiene un estilo muy peculiar. Me siento como mi bello genio, atrapada en una botella y rodeada de elementos que parecen tener un toque mágico.
Cuando mi vista cae sobre una fotografía en medio de la mesa de centro, me inclino para observarla con mayor detalle. Me sorprendo al ver que es un retrato de Marlon y Landon cuando eran unos niños. Experimento tranquilidad al comprobar que no me han timado.
O eso creo.
Los cuadros en las paredes llaman mi atención. Me coloco frente a uno que parece ser la silueta de una mujer mirando hacia una hermosa laguna. El siguiente capta toda mi curiosidad, pues parece ser el retrato bien hecho de Susan, la madre de Marlon. Empiezo a cuestionarme si mi amigo es el autor de estas obras de arte.
— ¿Trajiste el dinero? — escucho la voz de Susan a mi espalda.
Giro y asiento, para después correr hacia el bolso que dejé en el sofá. Saco aproximadamente unos cincuenta dólares y se los entrego. La mujer me observa con cierto recelo en cuanto tiene el dinero en sus manos, como si no comprendiera por qué optado en desprenderme de él sin siquiera rechistar.
— Iré a comprar las pastillas para mi hijo. Vuelvo en unos minutos — dicho esto, pasa por mi lado y camina rápidamente hacia la puerta. Con fortuna logro alcanzarla en el transcurso y tomar su antebrazo para que pueda explicarme lo sucedido.
— Espere, ¿dónde está Marlon?
Ella acomoda su cabello detrás de una de sus orejas y me observa nerviosa.
— Está en su habitación, si deseas pasa y espera a que yo regrese.
— Pero...
— Linda, estás en tu casa. No tardaré ni diez minutos en ir a la farmacia.
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WHEN SHE WAS HIS FRIEND.
Teen Fiction*Lista corta de los Wattys 2018 Él está confundido. Él es un poco idiota. Él está ciego. Él no olvida. Él está desilusionado. Él está enamorado. Él... Él es real. ¿Y yo? Yo siempre seré su amiga.