Capítulo 12: El filtro

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Jack había salido del motel e iba camino a la cabaña de Sarah en los bosques a las afueras del pueblo, iba andando así que aún le quedaba algo de tiempo. Su primera parada era la biblioteca donde, con una aflicción perfectamente ensayada, devolvió los libros dentro de la franja horaria. La bibliotecaria sintió orgullo al principio al haber impuesto su voluntad sobre el joven, aunque, mientras Jack abandonaba la biblioteca cabizbajo, pensó que se había pasado un poco con el pobre chico, justo lo que Jack había planeado.

Luego pasó por la cafetería a saludar a Max, con la que ya había forjado una buena amistad. Le preguntó sobre ese chico del pueblo que le gustaba y le dio algún que otro buen consejo sobre como seducirlo. Lo que Jack no sabía era que Max jamás los usaría.

Luego empezó a caminar dejándose guiar por sus recuerdos. Ya le quedaba poco para llegar a la cabaña y una vez más los recuerdos le inundaron.

Unos cuantos años antes...

Jack tenía diez años y estaba viviendo con sus tíos que lo acogieron como su propio hijo tras la muerte de sus padres. Su tío Bobby, o Bob como le llamaban los amigos, era el típico padre; fuerte, protector y autoritario aunque también era amable y muy buena persona; una buena figura paterna para el joven Jack.

Su tía Muriel era el tipo de mujer que le gustaba cocinar y hablar de cotilleos y del jardín con las amigas, era amable y cariñosa. A veces acababa agobiando a Jack que, aunque no había superado la muerte de sus padres, tanta sobreprotección le acababa superando.

En resumen, Jack fue lo más parecido, dadas las circunstancias, a un niño feliz.

De nuevo en la actualidad...

Había llegado. Justo en frente suyo se encontraba la misma cabaña, parecía estar construida hasta con la misma madera que la anterior. De hecho, Jack consiguió vislumbrar unos cuantos maderos de la anterior cabaña, debieron haber sobrevivido al desastre.

Sin más demora, llamó con un sonido característico a la puerta, un golpecito largo, tres cortos y rápidos, uno largo seguido de una pausa y dos cortos.

Antes de que pasara un minuto, Paul le había abierto la puerta. El capitán del equipo de softball seguía tan grande y fuerte como Jack lo recordaba, aunque ahora llevaba una poblada barba y tenía algo de tripa cervecera que denotaba felicidad.

―Hombre, Jack, ¿qué tal va todo, coleguilla? ¿Qué puede ofrecerte el bueno de Paul? ¿Una cerveza, agua, un refresco...? Te siguen gustando los refrescos, ¿no? Recuerdo que siempre que te veía tenías esa bebida anaranjada contigo. Sarah se ha pasado varios días buscándola, no te me podrás quejar ―dijo Paul riéndose solo y marcando territorio, como si de un lobo se tratase.

―Bueno, pues se aprecia el gesto, Paul, dile a Sarah que ha acertado. Te aceptaré esa bebida.

―Dios mío, sigues tan callado como siempre, sigo sin saber cómo eras tan popular, si apenas hablas. Estoy eclipsando toda la conversación ―dijo Paul riéndose una vez más.

"Dios, tú sí que no has cambiado nada, perro viejo no aprende trucos nuevos", pensó Jack.

―Ya ves, me han enseñado que si puedes decir más con menos, estás diciendo muy educadamente que sabes más que los demás ―Paul pareció captar el mensaje pero Jack no le dio tiempo a reaccionar―, ¿no crees, Paul? Se ve que tú controlas la situación.

―Sí, eso es ―dijo riéndose e ignorando por completo la jugada de Jack―. Bueno, pasa, pasa y siéntate, Sarah está a punto de salir.

Jack se sentó en una butaca que estaba al lado del sofá y empezó a beber de su lata de refresco mientras Paul le ponía al día. Por lo visto, habían ganado la temporada en el año que Jack se fue, como de costumbre. El instituto había recibido una subvención porque entró un niño discapacitado y tenían que renovar el edificio. Él consiguió graduarse y ahora estaba enseñando allí como entrenador físico de varias modalidades, a él le gustaba llamarlo adiestrador de jóvenes promesas, a Jack le sonó a profesor de educación física con aires de superioridad, pero se calló y le felicitó como indica la etiqueta.

Poco después salió Sarah, con un atrevido vestido verde que quitaba el aliento, tanto el de Paul como el de Jack. Se acercó y beso con pasión a Paul, luego dio dos besos a Jack y, posteriormente, dio otro beso a Paul, menos pasional pero más cariñoso. Entonces Jack vio de que iba la cosa y se preparó para una tranquila velada donde él tendría que callarse y tragarse sus palabras. Al fin y al cabo no estaba bien estresar a la novia.

Pasaron las horas y Jack asentía una y otra vez con la cabeza, felicitaba y alababa casi cualquier cosa que ellos hiciesen o hubiesen hecho.

―¡Dios mío, Sarah! ¡Esta carne en salsa esta buenísima! Tienes que darme la receta.

―¡Ah! El rondo es la especialidad de Paul aunque la salsa es cosa mía. Es una receta de familia, tendrás que pedírsela a él.

"¡Anda! Si el perro sabe cocinar", pensó Jack para sí mientras hacía que tosía intentando disimular la risa.

Cuando acabaron de cenar cogieron un par de cervezas y se sentaron en frente de la chimenea y, entre el calor, la digestión y el alcohol, se empezaron a soltar un poco más.

Paul ya no iba sacando pecho y hacía rato que había dejado de intentar meter tripa. Sarah estaba algo más afectada pero aún era capaz contenerse. Pero, a partir de ahí, los comentarios eran más directos. Del estilo de: "mira qué bien nos ha ido, mira lo felices que somos y mírate a ti, sigues igual que siempre, solo y sin nada, pero nos parece bien".

Jack cada vez se estaba enfadando más, el alcohol tenía algo que ver, pero los comentarios no ayudaban. En cierto momento se puso tenso, tanto que hasta Sarah se dio cuenta.

Algo había despertado en Jack, pero él era consciente de ello y creía que esta vez podía controlarlo en vez de ello a él. Así que con mucho cuidado fue liberando un poco de ese poder como si de un filtro se tratase. No quería pasarse, pero aún no tenía práctica alguna, así que cuando lo dejó salir empezó a temblar un poco todo, nada excesivo, pero lo suficiente como para notarse.

Sarah se puso muy nerviosa, ya había tenido un mal recuerdo en esa casa, no quería que volviera a pasar.

Pero, de repente, paró.

―Veo que seguís teniendo problemas con los temblores ―insinuó Jack mientras disimulaba lo mejor que sabía―. Yo hablaría con algún geólogo a ver si es algo peligroso. Y, bueno, creo que se me ha hecho muy tarde, tengo que marchar, ha sido un placer. Paul, Sarah, espero que nos veamos alguna otra vez ―dijo Jack levantándose y despidiéndose de la pareja.

―¿Ya te vas? Si aún no te hemos enseñado el dormitorio ―replicó Sarah.

―Creo que Paul estará más que encantado de acompañarte hasta allí. Buenas noches a los dos.

―Eso no lo dudes ―dijo Paul mientras levantaba a Sarah en brazos―. ¿Cierras tras de ti la puerta, Jack? Gracias y hasta otra.

Jack salió de la cabaña dejando a la parejita a solas, ya había tenido suficiente por una noche, sólo faltaba que se pusiesen a retozar con el delante. Pero algo bueno había sacado esa noche, había logrado controlar un poco su poder, incluso sintiendo la envidia que sentía y acordándose de los pasados años con Yumeya. Eso era un avance, aunque tendría que practicar más.

¡Buenas! Aquí os dejo un capítulo más. Lamento la espera, los exámenes me han tenido ocupado. Espero que os guste y no os olvidéis de comentar y votar. Un saludo ;).

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