Capítulo 39: Cambio de fase

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Habían pasado tres días desde que Jack tuvo aquel encuentro con la manada de lobos. En ese tiempo, Jack decidió trasladar el campamento a una zona más segura y empezar seriamente su entrenamiento.

Lo primero le llevó un día entero. Para empezar, tuvo que localizar un lugar en las montañas lo suficientemente aislado o escondido como para que los turistas no lo encontrasen con facilidad, para después crear una base segura y ocultarla mediante el uso de su poder. Por suerte, o por pura casualidad, pudo encontrar una cueva en la ladera suroeste de la montaña cuando un murciélago se le cruzó a primera hora de la mañana volviendo de cazar. La cueva era estrecha en un principio pero, tras unos pocos metros, está empezaba a ensancharse, dando lugar a una serie de túneles estrechos pero que comunicaban directamente con una zona a orillas del lago y con una caverna de mayor tamaño. Luego fue al bosque a por provisiones —agua y comida— para variar algo su dieta los primeros días y para no pasar grandes dificultades.

Una vez que todo estuvo montado y protegido, Jack buscó una zona con una decente cobertura móvil desde la que poder investigar por internet tranquilamente todo lo que le hiciese falta. Descubrió que fabricar un colchón medio decente le llevaría algo más de trabajo de lo que esperaba, pero era optimista y se apuntó todo el proceso en un bloc de notas para probarlo más tarde. También estuvo investigando sobre el oro, la plata, el acero y casi todos los demás metales. Hasta se descargó varios archivos de gran capacidad por donde estudiar ampliamente su obtención y creación. Por último, se descargó un mapa de la zona para moverse con mayor facilidad, ya que hacía tiempo que no iba y temía perderse.

Con todos los preparativos hechos, a Jack no le quedó otra que empezar con su entrenamiento, así que se fue a aquella parte de la nueva base, la que comunicaba con la zona aislada del lago, donde tenía todo lo que podía necesitar: la dura piedra, el sosegado lago y la suave brisa.

Así que, una vez que todo estuvo listo, Jack se sentó con las piernas cruzadas y vació su mente, algo no demasiado sencillo pero que, con el tiempo, había terminado dominando. En ese estado, Jack podía concentrarse al 100% en lo que estaba haciendo en ese momento, olvidándose de todo lo demás. Lo primero que hizo fue comprobar sus nuevos conocimientos y sus nuevas habilidades, por lo que, poniendo la palma de la mano sobre la tierra, intentó concentrar cada resquicio de hierro que hubiese en un solo punto. Luego fue alejando la mano de la tierra y, poco a poco, una gran masa de un metal duro y frío emergía a la superficie.

"Esto es muy lento, y tener que sacar una gran cantidad de golpe de esta forma me requeriría un gran esfuerzo, pesa demasiado. ¿Qué tal si lo volvemos más ligero?", pensó Jack mientras con un mero pensamiento intentó calentar el metal hasta hacerlo lo suficientemente fluido para que saliera más rápido de la tierra, pero sin que llegase a ser líquido, puesto que aún no era capaz de entender el cambio de estado de la materia ni cómo imitarlo y, hasta ese momento, cada intento había dado lugar a una sustancia que no era ni líquida ni sólida.

Una vez tenía una esfera de hierro fluido, de aproximadamente unos cinco centímetros de radio, flotando en el aire, empezó a darle diversas formas. Lo primero que se le vino a la mente fue una elipse, de una anchura algo delgada pero que podía cubrirlo de la cabeza a los pies incluso estando de pie. Luego pensó algo menos aburrido y le dio forma de espada, de lanza, de escudo, incluso de tridente. Las armas eran muy simples y los detalles mínimos, así que Jack quiso probarse a sí mismo y se imaginó formas concretas, dándoles minuciosos y minúsculos detalles; en la hoja de las armas, en las empuñaduras, en el asta, en cada lado del escudo...

"Vale, esto puede que me guste, nunca había tenido un arma en mis manos, no sabía cómo era la sensación. Pero para esto no he estado estudiando, aunque es bueno saberlo, seguiré practicando formas básicas que cumplan su función, pero de momento probemos otra cosa", pensó Jack mientras convertía el arma de nuevo en una esfera. "¿Y si pensamos en algo más práctico? ¿Qué tal unos clavos o unos tornillos?", cavilaba mientras creaba una ristra de pequeñas herramientas que podían ayudarle en la vida cotidiana. "Una cuerda podría ser útil. También podría ser necesaria una mesa, unas ollas para cocina o unas rejas que bloqueen la entrada dejando pasar el aire. Se me están ocurriendo muchas ideas. Probemos ahora con algo más interesante", pensó mientras devolvía el hierro a la tierra de donde lo sacó y en su lugar extraía otro tipo de mineral. "No hay mucho, pero algo es algo, probaré a doblar la apuesta, veamos qué pasa si saco esto también".

Defectos de fábricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora