Capítulo 10: Lo mismo de siempre... O casi

52 6 5
                                    

Casi había terminado el día cuando llegaron a Jamestown. Jack se despidió agradecido a la joven pareja neoyorkina y empezó a caminar hasta adentrarse en el pueblo. Todo estaba exactamente igual a como lo había dejado, ningún negocio había quebrado, ningún negocio había empezado. El mismo Jamestown de siempre.

―¿Jack? ¿Jack Hardy, eres tú?

Jack se giró a ver quién podía haberlo reconocido tan rápido. Y, para su asombro, ahí estaban Thomas Baker y Claire Bampaneli paseando juntos y cogidos de la mano. Tras unos segundos de ensimismamiento al contemplar la escena y el anillo en los dedos de ambos, Jack, por fin, reaccionó.

―Thomas, Claire, ¡cuánto tiempo! Me alegro mucho de veros...Y juntos, además―dijo de corazón mientras sonreía con picardía.

―Sí, bueno... el año pasado...―Empezó Claire.

―Veo que sigues teniendo el mismo efecto en todas, granuja―rio Thomas―. Tranquila, Claire, que no muerde, es simplemente Jack. ¡Cuánto tiempo, amigo! ¿Qué ha pasado contigo estos años? Lo último que recuerdo es verte salir corriendo a toda prisa del supermercado.

―Bueno... Habían ocurrido ciertas cosas y me tuve que ir, pero he vuelto, aunque no sé por cuánto tiempo. Y estos años... Digamos que me he estado conociendo a mí mismo con algo de ayuda.

En ese momento Yumeya y su mal genio acudieron a su memoria y, justo después, el recuerdo de su primer beso en el río, que fue más por accidente que intencionado, pero ahí hubo algo que saltó y despertó en los dos jóvenes una chispa.

―¡¿Jack?! Este tío sigue quedándose atontado y dejándome con la palabra en la boca―espetó Claire con humor aunque ligeramente molesta.

―Perdonad, estaba acordándome de alguien―respondió rápidamente Jack, evitando un enfado mayor y provocando cierto interés por parte de ambos.

―Y por alguien te refieres a una chica, ¿no? Mira como se lo tenía callado el granuja este. ¿El gran Jack Hardy ha sido cazado al fin?―Bromeó Thomas.

―¿En serio?―Se sorprendió Claire―. Y yo que esperaba presentarte a unas amigas en la fiesta a la que vas a acudir esta noche―dijo Claire tanteando al muchacho.

―Bueno... Digamos que sí, ella me ha cautivado, en todos los sentidos posibles de la palabra―dijo Jack riéndose él solo y provocando un momento incómodo al no entender los otros dos dónde estaba el chiste―, así que lo siento, Claire, tendré que rechazarlas al menos tres veces a cada una esta noche.

―Ya me imaginaba yo que no te convencería―dijo Claire sin escuchar a Jack, asumiendo que había rechazado la invitación a la fiesta como era habitual mientras Thomas abría cada vez más la boca.

―¿Qué sucede, Thomas? ¿Algo te ha sorprendido?―Dijo Jack con un tono jocoso en la voz.

Claire miró rápidamente a su marido y vio como se le podían contar perfectamente todos los dientes.

―Jack, ¿he oído bien?―Preguntó con asombro Thomas.

―Sí, señor, has oído perfectamente―sonrió Jack.

Entonces Claire cayó en la cuenta y abrió la boca tanto como Thomas, pero rápidamente se la tapó y se recompuso.

―¿Vienes? Esto no me lo puedo creer, me voy, tengo que contárselo en persona a todas―dijo Claire mientras se alejaba a toda pastilla―. Cariño, cuéntale todo a Jack, no se vaya a perder, ¡sólo faltaba! ¡Qué fuerte, qué fuerte!

―Veo que os va bien―dijo Jack riéndose sin ningún decoro―. Me alegro, aunque no me lo esperaba.

―Ya... Yo tampoco, un día en una de sus fiestas se me acercó y me besó, así, sin venir a cuento. Y me pilló tan de sorpresa que cuando volví en mí mismo habían pasado dos años y estábamos en el altar. ¿Un poco rápido? Quizá, pero estamos genial. Y tú... No sé qué habrás hecho estos tres años, ni quién será esa misteriosa chica, pero me la tienes que presentar, quiero darle las gracias en persona.

Defectos de fábricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora