Capítulo 21: El naufragio

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Los momentos siguientes fueron bastante confusos. Jack se levantó casi por inercia y lo primero que hizo fue ir a ver si Lucy se encontraba bien. Luego miró al bote, intentando hallar a sus amigos, pero fue en vano, la explosión y el fuerte oleaje los habrían alejado de allí. Acto seguido, se dio la vuelta para mirar tras de sí, esperando encontrarse lo peor, ya que, cuando placó a Lucy, esta se encontraba al lado de Oliver, con lo que era casi imposible que no le hubiese ocurrido lo que Jack ya se estaba imaginado. Fue entonces cuando vio la sangre fluyendo por la cubierta, espesa y de un rojo oscuro. Velozmente algo le vino a la cabeza, con fuerza, intentando que recordara algo, pero Jack alejó esos pensamientos, no era el momento. Un sonido detrás suyo lo alertó e instantáneamente agarró a Lucy y la llevó arrastras a uno de los camarotes.

―¿Jack? ―dijo Lucy aún mareada por el golpe―. ¿Qué ha pasado? Me duele el costado.

―No pasa nada, Lucy, el dolor se te pasará... Tuve que placarte... Lo siento ―La última palabra la dijo con un deje terrible en la voz, lo que puso a Lucy en aviso de que algo malo había pasado.

―Jack, ¿qué ha pasado? ¿Dónde está Oliver? Estaba conmigo hace un segundo.

―Lucy... Oliver... No lo ha conseguido. Lo siento, pero ahora tienes que centrarte, tenemos que salir de esta.

Lucy, sin poder hacer nada al respecto, entró en shock y, durante un buen rato, no fue capaz de articular palabra alguna. Ni siquiera era capaz de moverse. Jack, sin saber cómo hacer que la joven reaccionase, salió afuera, cogiendo antes una de las mantas de la cama, y tapó el cuerpo de Oliver para que Lucy no lo viera ahí, tirado y sin vida, a fin de cuentas, era un amigo. Luego volvió y abrazó a Lucy con fuerza y poco a poco la levantó del suelo y la hizo caminar hasta la cubierta. En ese momento que ya sabía la noticia y estaba paralizada, lo que mejor le podía sentar era el aire fresco, aunque procuró ponerla de tal forma que no pudiese ver el cuerpo de Oliver a no ser que se diese la vuelta. Fue entonces cuando cayó en la cuenta de que el barco se estaba moviendo, estaban siendo arrastrados por la corriente y la isla ahora les quedaba demasiado lejos.

Jack fue a comprobar el ancla pero algo estaba enganchado en la cadena y no permitía moverla ni que esta se enterrase en el fondo, probablemente algún resto del bote, del mástil o algo traído por la tormenta, cualquier cosa podría haberse atascado así que no sólo estaban en problemas sino que iban solos y a la deriva.

Jack, pensando lo más rápido que podía dadas las circunstancias, fue a ver qué rumbo llevaban. El tornado aún no se había desvanecido e, inexorablemente, los dirigía hacia algo que, con dificultad, se podía decir que era una isla, más bien era un gran fragmento de roca salido del fondo del lago. Era bastante grande pero no había nada en él más que fría, oscura y traicionera piedra, y ellos iban abocados sin remedio a una colisión frontal. Jack fue donde estaba Lucy y la ató con una cuerda al barco y con otra cuerda a sí mismo, luego se ató él también. Eso dolería, sin duda, pero no se le ocurría ninguna otra forma. Bajar al camarote era demasiado arriesgado ya que podrían golpearse con algo al ser empujados por el choque y a saber cómo acababan. De esta manera también podrían morir pero era la forma más fácil de no hacerlo ni salir volando y ser engullidos por el tornado.

Cuando el barco colisionó contra las duras rocas el casco se empezó a romper. Jack esperaba que aguantase lo suficiente como para quedarse allí encallado, así, por lo menos, estarían a salvo y fijos en un mismo sitio, lo que haría de su futuro rescate algo más sencillo.

Por otro lado, parecía que el tornado empezaba a disiparse. Cuando se desvaneció del todo Jack se desató y acto seguido desató a Lucy. Luego fue a mirar qué tenían de provisiones, sólo Dios sabía cuánto tiempo podrían tardar en encontrarlos. Por suerte había guardado su mochila en su camarote junto a una garrafa de agua, con eso tendrían para una semana sin problemas. En el resto de camarotes lo único que fue capaz de encontrar fue una tableta de chocolate, una bolsa de patatas al punto de sal y las cervezas que Decker guardaba para él en su camarote. Por otro lado, entre la despensa y la cocina, tenían algunas cervezas más, carne cruda para lo que Jack esperaba que fuesen al menos dos días si no se les ponía mala antes, aunque con el frío que hacía quizá aguantase un poco más, y otra garrafa de agua más. El resto se lo llevaron Molly y Jean en el bote y, a esas alturas, a saber dónde estarían.

Mientras tanto, Jack pensaba en Decker y Sam, estaban solos en esa isla, sin comida ni agua. Ellos tendrían que sobrevivir de lo que encontraran. Por suerte, la isla Michipicoten era transitada alguna vez al mes por turistas por lo que podrían encontrarles pronto. Además, cuando Jack estuvo allí, vio bayas, setas y pequeños animales, si lo hacían bien sobrevivirían sin demasiados problemas. Ellos, en cambio, si no encontraban cómo cocinar esa carne estaban en un gran apuro, aunque, por suerte, la barbacoa seguía ahí y aún quedaba algún bidón de gasolina. Eso, junto a las cerillas que Jack guardaba en uno de los bolsillos pequeños de su mochila, les daría suministros durante bastante tiempo, al menos un par semanas, quizá tres si racionaban bien.

―Espera un segundo... ¡Tenemos gasolina! ―pensó Jack en voz alta mientras iba corriendo a comprobar el estado del motor, aunque, para su desgracia, éste estaba hecho trizas contra las rocas― ¡Maldición! ―gritó Jack lanzando el bidón al suelo.

―Jack... ¿Qué ocurre?

El chico se dio la vuelta y vio a Lucy de pie, delante suyo, justo al lado de la manta que cubría a Oliver y pisando la sangre, ya coagulada, que había emanado del cuerpo del chico.

―Lucy, tranquila, no pasa nada, el motor está roto. Tendremos que quedarnos aquí un tiempo. Ven, anda, vamos abajo, necesitas comer algo.

―¿Jack? ―dijo Lucy con una voz calmada y desprovista de toda emoción― ¿Este es Oliver? ―dijo señalando al cuerpo.

―Sí... Es él ─ dijo con la voz temblorosa.

―Vale. Vamos ―luego se giró sin siquiera pestañear y empezó a bajar al camarote, dejando a Jack anonadado ante la impasividad y sangre fría que Lucy había demostrado.

"Está sufriendo, sin duda, pero tampoco debería hacerse esto. No se cómo voy a conseguir que vuelva en sí", pensó Jack mientras contemplaba todas las opciones. "Por ahora lo mejor es que no esté sola", concluyó el chico que, con presteza, siguió a Lucy hasta su habitación.

Cuando llegó allí, Lucy ya había abierto las patatas, la chocolatina y dos cervezas. Jack pensó que no era lo mejor dadas las circunstancias pero que no podía impedírselo, sólo mitigar los daños, así que se sentó con ella y se puso a comer el también.

"Ya de desperdiciar la comida, por lo menos llenar los dos el estómago, aunque las tres semanas se acaban de reducir a dos", pensó Jack. Esa era la única forma de solucionar aquello, por el momento.

Tras acabar con las patatas, la chocolatina y otras dos cervezas cada uno, ambos se durmieron profundamente en la cama del camarote mientras una lágrima se deslizaba por la mejilla de Lucy, silenciosa pero reveladora, ya que la joven era más consciente de lo que quería mostrar.

Bueno, una semana más y un capítulo más jeje. Es algo corto pero espero que os guste y ya sabéis, no os olvidéis de votar y de comentar cualquier duda o critica, cualquier cosa es bienvenida. Un saludo ;).

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