Capítulo 22: Día uno

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Jack se despertó con un sabor a cerveza en la garganta reseca. Estaba totalmente a oscuras y apenas podía ver nada, por lo que llegó a la conclusión de que ya debía ser noche cerrada. Intentó levantarse pero algo se lo impidió. Cuando miró hacia donde notaba cierta presión pudo entrever la figura de Lucy recostada junto a él, lo estaba abrazando y tenía la cabeza apoyada en su pecho. Jack notó cierta sensación de humedad a la misma altura en el que Lucy tenía la cabeza por lo que resultaba obvio que su amiga había estado llorando así que Jack, incapaz de despertar a la joven, la abrazó y se volvió a dormir.

Las primeras luces despertaron nuevamente al chico, sólo que esa vez se sentía más libre, esa presión en el pecho había desaparecido y cuando abrió los ojos en busca de Lucy se sorprendió un poco al ver a la joven sentada en su lado de la cama y mirándolo fijamente, aunque algo avergonzada.

―Buenos días, ¿has dormido bien? ―preguntó Jack con una voz tranquila para no alterar a su amiga.

―Sí, bueno... He dormido muy bien ―dijo Lucy casi en susurros―. Es la primera vez que duermo junto a un chico que no sea uno de mis hermanos, ¿te he dejado dormir? ¿He molestado? Por favor, dime que no he roncado.

―¿Ha sido la primera...? ―preguntó Jack perplejo aunque se calló casi inmediatamente ya que recordó una escena muy parecida no hacía mucho y sabía que meterse con ese tipo de cosas nunca acababa nada bien, sobre todo para él―. ¿Molestarme? ¡Qué va! ¡Imposible! Pero si duermes como un angelito. De hecho, cuando te vi apoyada en mi pecho me enterneció lo adorable que eres cuando quieres aunque sí es verdad que eres como una estufa ―dijo Jack probando a ver si era capaz de hacerla reír.

―¡¿Que dormí dónde?! ―preguntó Lucy abriendo mucho los ojos y acalorándose por momentos.

―Sí, en mi pecho, no te preocupes, no me molestó, debo de ser una buena almohada ―dijo Jack riéndose un poco para quitarle hierro al asunto.

Lucy seguía terriblemente avergonzada, con lo que, al verla en su pijama favorito, sonrojada y con un indicio de sonrisa en la comisura de su boca, Jack sintió un fuerte impulso de abrazarla pero lo cortó de raíz, no era buena idea.

―Y lo de la estufa siempre me lo han dicho, que cuando duermo muy pegada a alguien emano mucho calor... ―En ese mismo momento Lucy, que estaba describiendo algo habitual, cayó en la cuenta de que había dormido lo suficientemente pegada a Jack como para darle calor, lo cual significaba que habían dormido muy, muy cerca el uno del otro.

―¿Pasa algo? ―preguntó Jack al ver como Lucy se tapaba el cuerpo con los brazos y bajaba la vista, incapaz de mirar al joven a los ojos―. Lucy, ¿estás bien? ¿Te duele el pecho? ―preguntó el joven mientras se erguía para comprobar si cuando la placó la había hecho más daño del que él pensaba.

Casi por impulso, Jack apartó los brazos de la joven, la cual no tuvo tiempo de reaccionar y, cuando se quiso dar cuenta, Jack le estaba levantando la parte superior del pijama por el costado.

A gran velocidad, algo fue volando hacia la cara de Jack, quien, nuevamente por puro reflejo, agarró la muñeca de Lucy, bloqueando el golpe y dejando a la joven tapándose el pecho, como buenamente podía usando el otro brazo.

Jack estuvo unos segundos sin moverse procesando todo lo ocurrido y, cuando se dio cuenta de lo que había hecho, soltó rápidamente a Lucy y puso la frente en la cama, pidiéndole perdón y diciéndole que no se había dado cuenta de lo que hacía, que pensaba que estaba herida y fue directo a comprobar la gravedad de la contusión.

Lucy ahora se tapaba el pecho con ambos brazos y miraba a Jack horrorizada, asustada y terriblemente avergonzada. Entendía lo que había hecho Jack y le perdonaba, pero algo dentro de ella no quería que se le acercase en ese mismo momento.

Defectos de fábricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora