Capítulo 1: Quince años después

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Jack se encontraba trabajando en el supermercado de un pequeño pueblo, Jamestown, separado de su ciudad natal por un conjunto de montañas con grandes bosques.

Después de mudarse a aquel lugar, Jack había logrado encontrar un trabajo sencillo y que no le ocupara demasiado tiempo. Ya llevaba un año entero en aquel pueblecito de Dakota del Norte y al menos diez meses trabajando a media jornada en el negocio familiar de los Baker.

El dueño del supermercado era un hombre amable y bonachón, cercano a los cincuenta años de edad e incapaz de hacer daño a una mosca, tenía el pelo rubio y escarolado a juego con su piel rosada y llena de marcas de edad y manchas.

El padre de éste le había entregado el negocio cuando decidió dedicarse a una vida tranquila en casa y ahora él ya estaba enseñándole a su hijo todo lo que necesitaría saber para llevar el negocio familiar cuando en el futuro él se jubilase.

Jack había estado trabajando hombro con hombro con el hijo del señor Baker, Thomas, en la jornada de tarde y, aunque nunca habían llegado a ser amigos, Jack había establecido una buena relación laboral con él, tanto era así, que más de una vez Thomas le había invitado a salir con él y sus amigos, aunque Jack siempre declinaba la oferta, lo cual no bastaba para que se diese por vencido.

Aquella tarde había poco que hacer, apenas habían entrado al supermercado dos personas y ya habían pasado las seis de la tarde, pero para acabar el turno y poder irse a casa aún le quedan casi dos horas que prometían ser largas. Jack ese día estaba más fuera de sí que de costumbre, algo le había alterado por la mañana en la biblioteca y no dejaba de darle vueltas.

Al cabo de un rato, entró el tercer cliente de la tarde, una chica rubia, joven y guapa. Jack la conocía, la había visto más veces, pero en ese momento no se dio cuenta de que había entrado, estaba muy distraído con lo que le rondaba la cabeza, así que cuando la joven se plantó en su caja con latas de refrescos, bolsas de patatas y botellas de vodka, Jack seguía en su mundo y no se dio cuenta de que se dirigía a él cuando empezó a hablar:

―Buenas tardes...­―La joven se removió incómoda―­ Jack, ¿me cobras o es que me quieres tener aquí más tiempo? Que no me importaría quedarme hablando contigo, no espero a mis amigos hasta por la noche y...

La joven seguía hablando a Jack, quien claramente no estaba escuchándola, acerca de todo el plan que habían preparado para esa noche y si le interesaba unirse a ellos.

―Jack, ¿me estás escuchando?­―Se quedó mirándole unos segundos, esperando respuesta―. ¡Oye, Jack, que te estoy hablando!

Con aquella exclamación molesta, Jack salió de su ensimismamiento y, atónito, miró a la joven que tenía delante.

―Mierda... Perdóname, estaba distraído, ahora mismo te cobro.

―No has oído nada de lo que te he dicho, ¿verdad? ― dijo la chica con voz de reprimenda, pero que escondía cierta tristeza.

―No, perdóname, no es mi día, ¿era muy importante?

―Pues... No, la verdad es que no– dijo la joven con voz temblorosa y avergonzada, mientras se encogía de hombros.

Jack siguió cobrando las botellas de vodka y los refrescos, mientras hablaba con la joven, con el sonido de la caja registradora de fondo.

"Bip"

―Bueno, Claire, ¿qué tal vas con el álgebra? ¿Has avanzado algo?

"Bip"

―Si te digo la verdad, no. Me parece que me van a hacer falta algunas clases extra para entenderlo del todo. Eso y algo de vodka para matar el aburrimiento.

Defectos de fábricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora