Capítulo 38: Siete años atrás

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—¡Jack! —gritó Bobby desde la cocina—. No permitiré que le faltes al respeto a tu tía de esa manera. Te vas a sentar a la mesa y te vas a comer la tarta que ha preparado tu tía con todo su amor. ¡Sólo faltaba! Cumples los dieciocho años y decides rebelarte, lo tuyo no tiene nombre. Ten un poco de valor y demuéstranos que aún podemos confiar en ti.

—Bob, tranquilo —dijo Muriel intentando quitarle hierro al asunto.

—No, Muriel, ya está bien, es la tercera vez esta semana que nos llama Matt desde la comisaría para que vayamos a buscarle, esto ya ha pasado de castaño a oscuro.

—Dejadme en paz, suéltame —dijo Jack intentando liberarse del agarre de su tío—. Haré lo que me dé la gana. No sois quien para decirme lo contrario, no sois mis padres, ellos han muerto, así que olvidadme.

—Pero, ¿tú te estás oyendo, chaval? ¿Has perdido algún tornillo? ¿Te has dado un golpe en la cabeza o algo? No somos tus padres, ¿y qué? Te hemos criado desde que eras un niño, vives con nosotros, comes con nosotros, lo mínimo que puedes hacer es mostrar un poco de respeto, no creo que tus padres estuvieran orgullosos de en lo que te has convertido.

—Bob... —dijo Muriel impotente al no poder hacer entrar en razón a ninguno de los dos.

—No, Muriel —dijo Bobby acallándola y clavando su mirada de nuevo en Jack—. Si vives en nuestra casa acatarás nuestras normas. Se acabó el robar, el ir borracho por la calle cuando deberías estar en clase y se acabaron estas pataletas de niño de dos años, ¡joder! ¡Que ya tienes una edad!

—Si tanto molesto, ¿por qué no me dejáis en paz? Si para hacer lo que quiera tengo que irme de esta casa, me iré. Nada me ata aquí.

—No digas estupideces, Jack. Somos tu familia, la poca que te queda, entra en razón chaval —dijo Bobby cambiando ligeramente el tono, temiéndose un remedio peor que la enfermedad.

—¡Qué me dejes en paz! —gritó Jack a la vez que se rompía la bombilla de la cocina, asustando a Bobby y a Muriel y aflojando el agarre momentáneamente, lapsus que Jack aprovechó para escapar por la puerta de atrás.

Tras el susto inicial, Bobby intentó alcanzar a Jack, pero el muchacho era rápido y huyó en la noche, amparado por las sombras.

—Tienes que encontrarle, Bob, no podemos dejar que le pase nada malo, es nuestra responsabilidad. Además, es muy peligroso que ande en esas condiciones por ahí fuera.

—Lo sé, ya lo sé —dijo Bobby cogiendo las llaves del coche y su abrigo con una expresión de congoja en el rostro.

*

Jack había salido corriendo sin rumbo, simplemente seguía corriendo todo lo rápido que se lo permitiesen las piernas. Estaba enfadado, enfadado con sus tíos por recordarle que estaba solo, enfadado por recordarle cuanto les debía y cuánto daño les estaba haciendo, pero también estaba triste, lo suficientemente triste como para llorar en la noche presa del miedo, miedo de sí mismo, no le gustaba cómo era, pero no podía cambiar, se sentía tan solo que pensaba que si desaparecía nadie lo notaría.

Cuando quiso darse cuenta, había vuelto a su casa, a la casa de sus padres, donde ocurrió todo. En los últimos años había visitado aquella casa muchas veces. No había quedado nada de sus padres para llenar los ataúdes, por lo que los enterraron vacíos, y, para Jack, tenía más sentido visitar la casa donde estuvo con ellos por última vez que una tumba vacía.

Pero aquella noche era distinta a las demás, ya que las ruinas de la casa estaban iluminadas por una tenue luz rojiza. Cuando Jack miró hacia el cielo había una extraña luna roja en el firmamento, una luna roja repudiada por todo lo demás, ya que a pesar de no haber ninguna nube no se podían ver las estrellas en el cielo, algo insólito en una ciudad como Thunder Bay.

—Eso se conoce como una luna de sangre —dijo una voz que sonó justo detrás de Jack.

—¡Bobby! ¿Cómo me has encontrado tan pronto? —preguntó Jack anonadado.

—Porque eres como mi hijo, Jack, y te conozco. Sé que cuando tienes ganas de llorar acudes aquí y sabía que te encontraría aquí tras la discusión. ¿Quieres saber algo curioso de la luna de sangre?

—Sí —dijo Jack sin siquiera pensarlo un instante.

—Pues la verdad es que todo el mundo la conoce como la luna de sangre, pero eso no es del todo cierto, ya que, verás, la luna de sangre es un evento que ocurre tras media vida. La última que se documentó fue en 1982 y se cree que la próxima será en el 2033, ¿qué te parece?

—Entonces, ¿por qué hoy hay una luna de sangre? —preguntó Jack intrigado.

—Esa es una respuesta muy sencilla, Jack. Porque no es una luna de sangre. Es, por así decirlo, su versión rápida, la luna roja. Sucede cada once años exactamente y, al contrario que la luna de sangre, la luna roja no tiene una historia arraigada a su color, aunque se dice que las noches de luna roja siempre ocurren cosas terribles.

—Y, ¿qué clase de historias están ligadas a la luna de sangre? —preguntó el joven interesado en la historia de la luna de sangre.

—Las peores —espetó Bobby sin dudarlo—. Historias de brujería, de masacres, historias de ríos que se convirtieron en sangre y de males tan antiguos como la tierra misma.

—Vale, ahí te has pasado, viejo —dijo Jack con una carcajada burlona—. ¿De verdad pensabas que me iba a tragar todos esos cuentos de hadas?

—Bueno, no sé si te los ibas a creer o no, pero por lo menos he conseguido que te relajes —dijo Bobby orgulloso.

En ese momento Jack recordó que estaba enfadado con su tío, aunque tras aquella charla se le había pasado el cabreo y sólo quedaban los posos.

—Tienes razón, me he portado como un idiota y os debo una disculpa, pero hay algo que tiene que cambiar. Me he dado cuenta de que no puedo seguir viviendo con vosotros, necesito algo de privacidad e independencia, quiero vivir solo, aunque, claro, eso ahora mismo es imposible, pero he pensado en algo muy detenidamente.

—A ver, ¿qué se te ha ocurrido? —dijo Bobby vacilante.

—Antes de nada, terminaré mis estudios obligatorios. A la par buscaré un trabajo a media jornada para ganarme un sueldo, con eso tendré para ir tirando y podré tener lo que más falta me hace. Y estaremos en la misma ciudad, así que no tendréis que preocuparos, ¿qué te parece? —preguntó Jack con confianza en sí mismo.

—Tendremos que hablarlo con tu tía. Pero si eso es lo que quieres, podemos ver que se puede hacer.

"Bien, parece que ha colado, sólo me falta convencer a Muriel y todo irá sobre ruedas. Una vez que esté en un piso, por pequeño que sea, podré hacer lo que quiera", pensó Jack.



Bueno, una semana más y un capítulo más jeje. Este capítulo va dedicado a un buen amigo que cumple años hoy y que está deseoso de irse a piso, aunque eso sí, da menos problemas que Jack jajajaja. Así que espero que os guste el capítulo y no os olvidéis de votar. Un saludo ;).

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