Capítulo 27: La furia del dios del mar

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El mes había terminado y en el horizonte no había señal alguna de un equipo de rescate. Jack le decía a Lucy que no se preocupara, que seguramente habrían encontrado a sus amigos y estaban montando el equipo de búsqueda que, a lo sumo, tardarían un día más de lo esperado, quizá dos.

Al día siguiente tampoco hubo muestra alguna de su salvación y, una vez más, Jack consolaba a Lucy, la cual empezaba a perder la esperanza.

Al tercer día del nuevo mes se despertaron con fuerzas, ambos estaban seguros de que esa vez sí aparecería algún barco oteando el horizonte en su busca y, una vez más, se equivocaron.

Jack ese día no estaba de muy buen humor, las existencias estaban a punto de agotarse, habían tenido que racionar la comida del último día al ver que no aparecía ninguna embarcación y las comidas habían sido escasas. Además, ya no se acostaban, algo que desestresaba mucho a ambos y que dejaba correr el tiempo de una forma que ninguna otra tarea lograba. Lucy argumentaba que no se veía con fuerzas, que tenía mucha hambre y Jack lo secundó.

Al cuarto día se acabó la comida, el agua y lo único que les quedaba era gasolina.

—Estamos jodidos —dijo Lucy con tono tajante—. Dijiste que en un mes estarían aquí, luego dijiste que tardarían apenas un par de días. Pues, ¿sabes qué, listillo? Llevamos cuatro días esperando a ese maldito barco y nada, cero, nied, nothing, cero patatero. ¿Qué se supone que vamos a hacer ahora? ¿Eh? Dime.

—Lucy —dijo Jack sin fuerzas para discutir—, no grites, te oigo perfectamente. Además por más que grites el barco no aparecerá mágicamente de la nada y, para colmo, ¿por qué narices me echas la culpa a mí? ¿No he hecho todo lo que he podido?

—No, seguro que podías hacer más, seguro que podías haber ido nadando a algún lugar cercano a por comida y haber vuelto. Pero no podías separarte de mí, ¿tenías miedo de perderme? ¿Temías por mi vida? ¿Pensabas que haría alguna estupidez?

—En serio, déjalo, Lucy, no me apetece pelear, estoy cansado.

—Más cansada estoy yo de esto, ¿te crees que a mí me gusta pelear? ¿Piensas de verdad que me gusta estar aquí? ¿Acaso en esa cabeza tuya esto son unas vacaciones y yo soy la niña estúpida a la que puedes usar y tirar? Déjame en paz y vete de una vez a tomar vientos con tu querida Yumeya. Todas las malditas noches, todas las putas noches sueñas con ella, ¿lo sabes? Todas las noches dices su nombre, Yumeya, Yumeya, Yumeya —empezó Lucy a imitar a Jack pero de manera burlesca e insultante—. Todas las noches tengo que aguantar que digas el nombre de esa puta india. Si tanto quieres estar con ella no sé qué narices viniste a hacer aquí, no sé qué se te metió en la cabeza para perseguirme, buscarme y encontrarme. ¿De verdad era necesario hacer que me enamorara de ti? Maldito egocéntrico hijo de...

—¡YA BASTA! —gritó Jack haciendo que a Lucy le temblaran ligeramente las piernas de puro pavor—. ¡CÁLLATE! ¿No ves que no estas diciendo más que tonterías? Y dime, ¿por qué cojones piensas que yo iba a hacerte eso? ¿De verdad piensas eso de mí? —preguntó Jack enfadado y sin atender a razones—, y... nunca, jamás, vuelvas a insultarla... o te arrepentirás. —En cuanto profirió esa amenaza los ojos de Jack se oscurecieron, tornándose de ningún color y Lucy se había dado cuenta.

Lucy, ahora, era tan consciente de que lo que había hecho había sido un error que no era capaz, ni siquiera, de aguantarle la mirada a Jack, incluso sus piernas eran incapaces de aguantarla, con lo que cayó al suelo de culo—. ¿CREES QUE YO QUERÍA ESTO? ¿CREES QUE QUERÍA ENAMORARME DE TI? ¿PIENSAS QUE QUERÍA HACERTE ESTO? ¿NO SE TE HA OCURRIDO, NI SIQUIERA POR UN INSTANTE, QUE ESTOY TAN JODIDO COMO TÚ? ¡QUIERO A YUMEYA Y TAMBIÉN TE QUIERO A TI, MALDITA ESTUPIDA!

"Puedes tenerlo todo, ¿por qué cerrarse puertas? Las mujeres estarán a tus pies, sus corazones estarán palpitando en la palma de tu mano, puedes tenerlo todo, solo déjate llevar y no pienses, actúa", pensó una parte de la mente de Jack.

Entonces la tierra empezó a temblar bruscamente, el agua se agitaba con fuerza, la madera del barco crujió bajo sus pies, el cielo se oscureció y un violento viento empezó a azotar todo el lago. La dirección del viento era la opuesta a la que miraba Jack y un frío helador hizo estremecerse a Lucy desde la nuca hasta los pies. Una sombra se cernía poco a poco por la superficie del lago rumbo hacia el barco y este empezó a estremecerse, levantándose levemente del suelo. Cuando Lucy tuvo el valor de sacar la cabeza de debajo de los brazos y levantar la mirada vio como una gran ola, una gigantesca masa de agua fría y oscura, se dirigía hacia el barco. Pero no sólo eso, el barco se había elevado unos cuantos metros por encima de la dura piedra en la que estaba encallado y una a una las astillas iban precipitándose hasta la roca. El impacto era inminente y Jack seguía allí, de pie con los brazos abiertos, con una sonrisa demente y una mirada extraña que no pertenecía a este mundo. En ese momento para Lucy todo ocurrió a cámara lenta, Jack riéndose en cubierta, la ola cerniéndose sobre ellos, un sudor frio recorriendo toda su espalda, sus pantalones manchados de puro temor y entonces ocurrió. La ola golpeó al barco, que salió volando, disparado, directo hacia uno de los muchos peñascos que se habían erguido entre las aguas. Sorteando la muerte por poco, el barco cayó con suavidad, como mecido por el viento, sobre las aguas bravías, a una distancia irrisoria de la isla donde habían se quedaron Sam y Decker.

En el preciso momento en el que el barco llegó hasta la orilla, gracias a una suave brisa, Jack bajó lentamente los brazos y cayó a plomo contra el suelo, quedando inconsciente.


Buenas, pasa una semana más y con ella llega un nuevo capítulo, este es corto pero consistente, espero que os guste. No os olvidéis de votar y ya sabéis, si tenéis cualquier duda, ruego o pregunta, en los comentarios respondo a todo, un saludo ;).

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