Capítulo 17: A flor de piel

24 5 10
                                    

En cuanto Jack fue capaz de reaccionar se separó de Lucy, se quitó el brazo de ella del cuello, le cogió la mano, que acariciaba con suavidad el cuello de Jack, y la apartó mientras ponía distancia entre ambos. Lucy le miraba sorprendida y algo asustada.

― Jack, ¿qué ocurre?

― Lucy lo siento, no puedo. Hay alguien importante en mi vida...No puedo hacer esto.

― Ah...Vale... ― Dijo con cierto enfado.

Lucy se giró dándole la espalda a Jack y dispuesta a marchar y a esconder sus lágrimas, su vergüenza y su rabia.

― Lucy espera ― dijo Jack mientras la agarraba por el brazo para que no se fuera ― Yo también sentía algo por ti­ ― hizo una pequeña pausa antes de continuar­ ―, pero me dio miedo que tú no sintieras lo mismo y, cuando os vi a Sam y a ti besaros aquel día en el lago... No pude soportarlo... Por eso me marché. Ahora siento lo mismo que sentí por ti pero por otra mujer. Ella es especial para mí y aunque no la vaya a ver en mucho, mucho, tiempo, no puedo cambiar lo que siento...Por mucho que me lo digan, pero hay algo que sí puedo hacer. Lucy, ¿volverías a ser mi mejor amiga? Nosotros teníamos algo, nosotros teníamos, aparte de todo, una amistad duradera, unos lazos fuertes que nos unían y... compartíamos casi todo. Me gustaría recuperar nuestra amistad ¿Me dejarías invitarte a comer? Sé que igual no te apetece mucho, pero te he echado mucho de menos y me gustaría compensarte por todo, por marcharme, por no decirte lo que sentía por ti, por todo. ¿Qué me dices? ¿Me darías otra oportunidad?

― No sé Jack... ― Dijo Lucy dubitativa ― Lo he pasado bastante mal, no sé si podrá volver a ser lo mismo.

― Vamos, Lucy, déjame al menos intentarlo, tendrás la risa asegurada mientras intento comer una de las enormes hamburguesas de Arby's ¿Qué me dices? O, ¿es qué acaso ya no eres capaz de reírte? Me encanta tu sonrisa y lo sabes ― dijo Jack intentando camelarla ― ¿Me dejarás esta noche sin poder verla? ― Preguntó Jack con una sonrisa ladeada.

― Eres horrible, Jack, te odio ― dijo Lucy pillando a Jack por sorpresa ―. No sé cómo lo haces pero siempre te sales con la tuya. Está bien, te daré otra oportunidad, capullo engreído. Mañana, a cenar. Nada de comer que estoy ocupada. Ven a buscarme donde siempre ― dijo Lucy mientras se giraba aún con una lágrima recorriéndole la mejilla y llegando hasta aquella preciosa sonrisa que tanto le gustaba a Jack.

Ambos se despidieron con un efusivo abrazo y cada uno se fue por su camino, Lucy con sus amigos y Jack a pedir habitación en el Satélite. Una vez pagado, Jack se tumbó en la cama y se durmió profundamente mientras pensaba en Yumeya.

*

Hace dos años, siete meses y cinco días...

─Muchacho, eres desesperante, llevas aquí tres meses y todavía no has sido capaz de fundirte con la naturaleza. A estas alturas no sé si es que eres un caso perdido o es que no te esfuerzas─ dijo el anciano Rott con un deje en la voz que denotaba su desesperación─. Te dije que si tardabas mucho pasaría a otra cosa y me parece que al final no vas a ser capaz de aprender nada conmigo, quizá no tengas remedio.

─Anciano Rott, por favor, solo un poco más, sé que puedo─ suplicó Jack.

El joven no podía permitirse perder esa lección y mucho menos a su maestro, tenía que esforzarse mucho más, si es que le era posible.

─¡No, no, no! Ya me he cansado, no mereces mi tiempo, eres peor que un niño, ¿qué digo? Eres peor que un gusano, eso es, un gusano aprendería mil veces más rápido que tú, un gusano sabría que lo que le estoy enseñando no se consigue con fuerza de voluntad ni con perseverancia, o se logra o no, así de simple. Corre y vete con mi nieta, seguro que ella puede dar mejor uso de ti, yo abdico.

Defectos de fábricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora