Capítulo 36: Y del grito a la locura

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Jack se despertó en un sofá cochambroso y mugriento, rodeado por unas paredes en el mismo estado y un suelo totalmente agrietado.

"Un momento, ¿qué hago aquí? ¿Por qué estoy de nuevo en Detroit? ¿Cómo he llegado a la casa? No me acuerdo de nada. Lo último que recuerdo es haber estado hablando con Burk en aquella casa y ahora estoy aquí, ¡mierda! ¿Qué me está pasando?", pensó Jack mientras se miraba las manos, que estaban llenas de sangre.

En ese momento todos los recuerdos volvieron de golpe. La casa, Burk, John y Claire.

Jack, asustado, fue corriendo a por la radio de John que seguía en la cocina y sintonizó las noticias.

—... Los equipos de salvamento siguen sacando a gente de los escombros y ayudando a extinguir los incendios, aunque la mayoría ya se han extinguido por sí solos al no tener nada que el fuego pudiera seguir consumiendo. Por otro lado, os pasamos con nuestro reportero del hospital con noticias de última hora. Adelante, Zack.

—Sí, Lisa, muchas gracias. Aquí Zack emitiendo desde el hospital Henry Ford, el número de vidas de la tragedia de ayer asciende a veinticinco, contando a los trece agentes de policía que fallecieron en extrañas circunstancias y al hombre y mujer que fueron encontrados junto a ellos.
»La mujer falleció ayer por la noche, a pesar de que los médicos creían que sobreviviría. Por otro lado, también hay otras diez personas aún sin identificar que fueron víctimas de las explosiones y los derrumbes. Aquí Zack, os mantendré al día con todas las novedades desde el Henry Ford, un día triste para todos.

Jack apagó la radio y se dejó caer al suelo, luego se miró las manos y la ropa, estaban llenas de sangre, toda estaba seca, pero se podía notar que no toda había secado igual, probablemente habría sangre de distintas personas. Burk y Claire sería lo más acertado.

"¿Qué me está pasando? Desde que salí de las montañas no me ha pasado nada bueno. Primero lo del lago y ahora esto, ¿por qué? ¿Qué he hecho yo para merecer esto?", pensó Jack mientras se desahogaba y dejaba salir su frustración de la única manera posible.

*

Al cabo de un rato, Jack dejó de llorar y se secó las lágrimas con la manga de la camisa, aunque eso sólo empeoró las cosas, así que decidió quemar esa ropa, limpiarse un poco y salir de allí. Esa vez lo haría bien, cogería sus cosas y se marcharía de aquella maldita ciudad para nunca volver. Lo primero que haría sería aislarse de la sociedad, debía pensar en todo lo que había pasado, en todo lo que había hecho y cómo evitar que volviera a pasar. No podía volver a estar rodeado de gente si aquello podía ocurrir de nuevo. Una vez que todo el vendaval se calmase y que él fuese distinto volvería a su hogar, su idea original.

*

Varias horas más tarde...

Jack estaba sentado en el asiento de un autobús, gozando de sus privilegios como viajero especial gracias a su pasada actuación heroica. El vehículo hacía rato que había partido de Detroit. A la salida de la ciudad se encontraron con un control policial que investigaba a todos los pasajeros. Jack lo pasó sin problemas gracias a la imagen que tenían de él los de la empresa de transporte. Por lo demás, el viaje transcurrió sin ningún inconveniente.

Desde Detroit hasta Thunder Bay en autobús había más que un par de horas de travesía, por lo que Jack tuvo bastante tiempo para pensar sobre todo lo que había hecho.

"Ya han pasado varios días desde la muerte de John y esos policías; Burk ni siquiera lleva un día muerto y Claire tan sólo hace unas horas que murió y yo estoy aquí, sentado, fingiendo que no ha pasado absolutamente nada. Si dejo de pensar durante cinco minutos, sus caras vienen a mi como las moscas a la mierda. Vaya, esa analogía es muy buena ahora mismo, ya que me siento como tal.

Defectos de fábricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora