XVII. Neptuno

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Me tomé un segundo para procesar la idea de que verdaderamente estaba mirando a Alison y no a una chica muy parecida a ella. ¿Qué hacía ella ahí? Hacía casi dos años que no sabía nada sobre su vida. Cuando recuperé el sentido de la realidad, intenté pasar de largo, fingiendo que no la había visto. Pero para mi mala suerte, cuando terminó de darle su boleto al chico que los estaba recibiendo, su mirada se cruzó con la mía, que estaba justo frente a ella. Noté que a ninguno de los dos le agradó la sorpresa.

Desvié la mirada y seguí mi camino, esperando no volver a encontrarme con ella. Esperanzas que fueron en vano, pues cuando salí del baño y me dirigí hacia mi mesa, el corto cabello castaño claro de mi exnovia se destacó entre los que estaban sentados en las mesas vecinas. Alison se encontraba en la silla más cercana a la mía. ¿Qué probabilidad había de que justo hubiera terminado en ese lugar? Uno entre doscientos. La belleza del azar en su máximo esplendor.

No había más remedio que volver a mi lugar. Caminé hacia mis amigos, tratando de distraerme con los adornos de cristal en el cielorraso del lujoso salón. Me senté en mi lugar, esforzándome por mantener una distancia prudente de mi exnovia. El resto de la mesa se estaba riendo de algo que yo ignoraba. Alex me miró, abriendo la boca para decir algo, pero se interrumpió y borró su sonrisa en cuanto vio a la chica detrás mío. Yo le sonreí con ironía para decirle que ya lo había notado. Él frunció el ceño e hizo un movimiento con la cabeza, preguntando qué hacía ella ahí. Me encogí de hombros como respuesta. Scarlett se percató de las señas, así que me miró como esperando una explicación. Saqué mi teléfono, entré a las notas y escribí "Alison está aquí atrás" para después mostrárselo.

Inconscientemente, me giré un poco hacia mi derecha, para echarle un vistazo al resto de los invitados que estaban conversando o caminando de un lado a otro. En ese momento, Alison se levantó y me dio un codazo accidental en el brazo. Se volvió para disculparse, pero en cuanto me vio y a los de su mesa que miraban con atención, actuó como si no me hubiera visto antes y dijo con un falso tono alegre:

—¡Oh! Hola, Tony, cuánto tiempo... ¿Cómo estás?

—Hola.— respondí, con una sonrisa igual de falsa. De reojo, noté como Scarlett volteaba a ver a Alison. —Bien, bien. ¿Y tú? ¿Qué tal?

—Bien. Una amiga de esta escuela me invitó. Me dijo que era en parejas.— comentó. Al menos ya sabía cómo había llegado. De repente, toda mi mesa hizo silencio, volviendo aquello mil veces más incómodo. Contuve la necesidad de volverme hacia ellos y hacerles una señal para que siguieran con lo suyo.

—Oh. Bueno, un gusto saludarte.— dije para apresurar el fin de la tortuosa conversación. Mientras yo hablaba, Alison desvió la mirada hacia Scarlett. No le presté atención a ese detalle hasta que volvió a hablar. Devolvió su mirada hacia mí y dijo:

—Oye, Tony, aprovechando que estamos aquí, quería que me acompañaras. Tengo algo que decirte.

Nunca voy a saber porqué Alison disfrutaba de ver celos en las personas. Me di cuenta de esa actitud mucho después de que la relación había finalizado. Lo hizo muchas veces mientras fuimos pareja, principalmente conmigo. Esta vez tampoco fue la excepción.

Conservando el tono cordial, respondí. —Eh, ¿te molesta si es al rato? Creo que ya van a servir la comida, y tengo bastante hambre.— pero vaya mala excusa que había dado. La comida la servirían hasta pasadas las diez de la noche.

—Sólo será un minuto. Por favor.

—No, Alison ahora no, es que...— comencé a decir pero me interrumpió.

—Ándale, de verdad, no será mucho...— y entonces Scarlett intervino, haciendo que callara.

—Te dijo que no. ¿Qué no entendiste?— no usó un tono agresivo, pero sí firme. El calor de mis mejillas lo sentí como una bofetada. Ahora se había hecho un silencio en dos mesas más.

Una Estrella MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora