LV. Superlumínico

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—Por eso el teléfono estaba escondido

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—Por eso el teléfono estaba escondido...— oí la voz de Wendy entre toda la maraña de pensamientos y sentimientos repentinos en mi cabeza.

¿Scarlett tenía algo que ver con el caso de mi madre? Mi mente regresó a los días que ahora parecían surreales. El inicio de nuestra relación. En aquellos tiempos no le di mucha importancia, pero Scarlett nunca hablaba de su vida personal realmente. Había veces que se iba sin razón aparente. Recordé ese día en el restaurante, lo que yo consideré nuestra primera cita. Mi nerviosismo y mis pensamientos que se revolvían cuando Scarlett se acercaba no me permitieron ver que había algo extraño allí.

La idea de que me había usado para algún fin perverso como este había sonado ilógica, lejana y extraña la primera vez que pasó por mi mente. Pero tras planteármelo seriamente, comenzaba a tener sentido. ¿Había sido por eso que nunca se mostró culpable por haberme engañado con Zacarías? ¿Acaso era porque en aquel momento ya había cumplido con su cometido?

Todo parecía ser un juego que tomaba lugar mucho más allá de lo que yo podía ver. Una furia repentina hacia mi exnovia brotó desde lo más profundo de mí.

—Pero, ¿cómo?— Wendy habló de nuevo, sacándome de mi ensimismamiento.

Me volví hacia ella, que seguía mirando la pantalla del celular. Al notarlo, me devolvió la mirada.

—Aún con todas estas amenazas, sabiendo que en cualquier momento podía pasarte algo terrible, logró descubrir la verdadera identidad de la máxima líder. ¿Tienes idea de lo que significa esto?—terminó, asombrada, pero no emocionada.

Sí, la tenía. No podía imaginarme lo que de verdad implicaba, pero sabía que era un descubrimiento enorme, casi imposible.

Sin embargo, mi cerebro insistía en pensar en Scarlett.

Wendy me miraba como diciendo "¿Está todo bien?". Tras unos segundos, dijo:

—Tony, vamos a encontrar a tus papás. Yo te ayudaré, lo prometo. Te lo debo.— sonrió. —Mañana vendrán los investigadores y los forenses, ¿no? Quizá encontraron algo. Y ahora que sabemos esto, quizá sea la pieza clave para saber dónde están.

Mantuvo la sonrisa en sus labios gruesos, contagiándomela. Asentí con la cabeza, cansado, pero sincero. Dejé escapar un largo suspiro, mientras intentaba detener los pensamientos que entraban atropelladamente en mi cabeza. Había tenido un día muy largo.

Me levanté de la cama para dirigirme a mi habitación, pero antes de que me enderezara por completo, algo suave sujetó mi muñeca. Me volví. La mano de Wendy se había acomodado alrededor de la mía. A pesar de que su cabello seguía húmedo por la lluvia helada, sus manos estaban tibias, como un pan dulce que no tiene mucho que salió del horno. Mi corazón aumentó su ritmo progresivamente.

—¿Qué pasa?— pregunté. La voz me salió un poco ronca por el largo silencio en el que estuve.

—Soy toda una cobarde por decir esto, pero... creo que lo último que quiero... es... es estar sola.

Una Estrella MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora