ˏˋ°•*⁀➷ || ❝𝐡𝐞 𝐰𝐚𝐬 𝐚 𝐛𝐚𝐝 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧❞
──── Daniel es el hijo de un vendedor de droga, Maya es empleada en su mansión.
Daniel a veces preferiría no ser hijo de su padre y Maya desearía no tener que trabajar para las bestias de los Seavey. M...
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Fregué el suelo más fuerte intentando desquitar mi furia contra aquel mármol blanco y costoso que era la encargada de limpiar. Sentí como mi cuerpo se agotaba tras fregar con tal fuerza, no me importaba si era mi forma de hacerme sentir mejor. Odiaba este trabajo, odiaba a los Seavey y odiaba cada parte de mí.
Se escucharon pasos tras mío. Eran pies descalzos y estaban corriendo causando que se fueran acercando.
Era una chica, lo confirme cuando levante mi mirada hacia la entrada. La vi pocos segundos pero fue suficiente para darme cuenta quien era, o más bien, que hacia aquí. Su nombre no importaba mucho, tan solo mirarla era suficiente. Era una chica de Daniel. Una chica de una noche. Esas pobres ingenuas que creen que el idiota de Daniel las amara y serán sus futuras esposas si aceptan tener sexo con él. Una pista: No era verdad.
Era rubia y delgada, como una modelo de Victoria Secret, su maquillaje negro escurría de sus ojos azules igual que las lágrimas. Su cabello estaba desordenado y si ropa apenas puesta. Sus zapatillas altas estaban en sus manos y si no quedó claro estaba llorando como si hubiera presenciado la más horrorosa escena de terror.
Lo gracioso era que para las chicas ricas que traía Daniel una escena de terror era algo tan estúpido como romperse una uña, manchar un vestido o en ese caso, que el amor de su vida, Daniel Seavey, las haya echado de su casa tras tener el mejor sexo de su vida.
-¿Que me ves, criada?- soltó entre lágrimas al notar que la estaba mirando. Una corriente de ira me recorrió por completo. No era una frase que Maya Edwards, ósea yo, tolerará. Esa rubia idiota me había hablado mal y yo no era de las que se dejaba. Pero a pesar de que me odiara, aún valoraba un poco mi vida. Y manchar en suelo del señor Seavey de sangre era un camino a una muerte misteriosa para el público.
Le rode los ojos como mi única táctica de defensa disponible. Ella se sorprendió indignada, me saco del dedo de en medio y salió por la vistosa puerta de madera blanca y cristal de los Seavey.
-Maldita perra idiota- susurré con rabia cuando se marchó la chica de delgadas piernas. Estaba sola en el lugar, no importaba pues nadie podía oírme y el señor de las cámaras no me delataría por algo así. Me dispuse a seguir fregando el piso.
-Cuida tus palabras niña- dijo una voz bastante familiar. Voltee mi cabeza lentamente, como si no quisiera afrontar a la persona tras de mí. Si, en efecto era Daniel, Daniel Seavey. El culpable de que aquella chica, al igual que muchas, saliera llorando por la puerta.
-Lo siento joven Seavey- hablé de una manera formal que no iba para nada conmigo. Hubiera preferido decirle: "Cállate idiota de mierda". Pero como había dicho antes, me faltaba mucho por vivir. El todo los ojos como si le molestara que fuera amble con él. ¿Se hubiera reído si le hubiera dicho lo que pensé?
