43; worst destinies

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F O U R T Y T H R E E !

baby be the class clown, ill be the beauty queen in tears


Cuando Corbyn se marchó, echando humos por las orejas y dando fuertes pisoteadas en la tierra seca, me permití llorar. Le di permiso a las lágrimas que corrieran por mis mejillas y a mi boca de soltar un sollozo de mera frustración.

Sin darme cuenta me había tomado del pelo y me lo había comenzado a jalar. Odiaba pelear con Corbyn. Nunca lo hacíamos, eran contadas las veces en las que teníamos riñas y jamás nos había pasado con un tema tan serio como este.

Todo estaba jodido, había peleado con la persona con la que menos quería estar mal. No había pasado todos los días extrañándolo y pensando en nuestro reencuentro para que este fuese tan triste y patético como lo fue. No debió de haber sido así.

Pero no era mi culpa. No era tampoco la de él, pero sí de echar culpas se trataba, era más suya que mía. Criticar mis acciones no fue lo más sensato de su parte y referirle las cosas que hizo tampoco había sido lo mejor que yo pude haber hecho. Pero estaba enojada, y yo enojada era como un grifo de agua con fuga. No tenía mucho filtro.

Además, ¿Cómo podía decir eso de Daniel? ¿De mi Daniel? ¿Que sabía el que yo no acerca de él y que pudiese destruirme? Tal vez solo estaba celoso o tal vez era una cosa personal más con Daniel que conmigo. Pero entonces ¿por qué no iba y le reclamaba a Daniel? a pesar de que no tuviese ningún derecho de hacerlo.

Otra cosa era el por qué sabía lo de las drogas. Porque, me podía conocer como la palma de su mano, pero no había manera de que hubiese podido adivinar lo que había consumido con tan solo verme.

Tal vez me olió cuando bajé la primera vez, cuando lo abracé. Tal vez pudo aspirar el aroma puro de la mariguana en mi cabello y en mi piel. O tal vez alguien se lo había dicho. Y a lo mejor ese alguien fue Daniel, aunque dudaba que en caso de que si hubiera pasado así, mi ojiazul lo hubiera dicho a propósito. Tal vez se le había escapado, a veces le pasaba y me terminaba sorprendiendo cada vez como podía ser tan inteligente y cauteloso y aun así ser tan estúpido como para revelar secretos en una plática trivial.

Corbyn debía ser muy bueno en su trabajo, por qué ahora que lo notaba era demasiado observador. En caso de que hubiese podido adivinar de tan solo olerme, debió haber tenido la mente muy activa para atar cabos sueltos en cuanto vio la marca púrpura en mi cuello.

Cuando me pude calmar, limpie mis ojos y sentí que podía hablar con claridad, decidí que debía volver adentro. Se me congelaban las manos y sentía como si las lágrimas que salían de mis ojos se fuesen a congelar en dicho proceso.

Con la cabeza baja me adentre a la casa, suspirando en cuanto el calor guardado dentro choco con mi rostro y elimino todo rastro de frio. Todos seguían sentados, ahora riéndose de alguna anécdota contada por Jack, quien parecía ser el más animado y más normal de todos los presentes. Mi miraba se clavó directamente en Corbyn, quien el notar que entré a la casa volvió a hacer presión con la mandíbula y miró hacia abajo. Lo podía ver con claridad: Corbyn estaba tan triste como yo, porque por más que quisiera esconderlo, podía ver sus labios curvarse hacia abajo por un milisegundo después de reírse falsamente de un chiste de Jack.

Saludé con la mano a todos y me volví a sentar en Daniel, esta vez con más seguridad que antes. Volvió a pasar el brazo por mi cintura, aprisionándome. Recargó su barbilla en mi hombro, dándome escalofríos por la cercanía.

Y supongo que se dio cuenta de mi mirada triste, porque se apresuró a preguntarme si estaba bien con una gentil voz.

-Sí, no pasa nada -mentí. Tal vez hablaría de esto con el después, o tal vez no. No podía ver su rostro, pero sabía que me miraba con poca seguridad en mi respuesta, aun de haber sido así, lo dejó pasar.

𝐛𝐚𝐝 | 𝐝𝐚𝐧𝐢𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐚𝐯𝐞𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora