39; you are a kid, maya

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T H I R T H Y N I N E !

『 all of the things we're taking, 'cause we are young and we're ashamed, send us to perfect places 』

『 all of the things we're taking, 'cause we are young and we're ashamed, send us to perfect places 』

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El frio abrazó mis piernas semidesnudas en el momento que abrí la puerta del auto para salir. Se me pusieron los vellos de punta y un escalofrío me recorrió el cuerpo. La chaqueta de Daniel, quien me la había dado minutos después de nuestra sesión de besos, no era suficiente para mantener caliente mi cuerpo contra el frio de noviembre. Hacia un poco de aire, este se ocupaba de alborotar mi cabello castaño un poco y de hacer que el frio se sintiese aun mas penetrante de lo normal.

Cuando caminé hacia la acera, Daniel me alcanzó después de cerrar el auto con llave. Me dio una mirada acompañada de una sonrisa y luego comenzamos a avanzar hacia el club a paso lento, como si no quisiéramos llegar.

Nuestras manos se rozaban con cada paso y a decir verdad eso solo hacía que mi corazón latiera con más intensidad. Cada vez que nuestras pieles frotaban sentía electricidad cruzar mi cuerpo completo y estaba enamorada de la sensación, pero no sabía si del causante.

Daniel tomó acción y se apresuró a pasar su brazo por mis hombros, acercándome a él, transmitiendo el calor de su cuerpo al mío y dándome más oportunidad de respirar su olor masculino que me volvía loca y solo hacía que quisiera lanzarme a sus labios. Lo miré desde abajo, analizando su rostro como si no lo hubiese hecho ya unas mil veces. Su semblante estaba casi serio, pero una pequeña sonrisa se asomaba entre sus labios dándole una serena y atractiva expresión facial. No pude evitar que una sonrisa se resbalara de mis labios mirándolo. Me gustaba verlo así, feliz, tranquilo, a pesar de que él sabía que el mundo no tardaba en caernos encima. Sentí un cosquilleo cuando pensé que yo podía ser la causante de sus emociones.

Cuando llegamos a la fila de entrada, Daniel solo necesito una mirada frívola para que el guardia se moviera a un lado y nos dejase el camino libre hacia el club, mirando a Daniel como si de una celebridad se tratase. Arrugué el entrecejo, pero preferí no decir nada, porque por más extraño que eso acabara de ser, era mejor que esperar una fila entera. La música que se tocaba dentro del lugar se escapaba por la entrada, dándonos un adelanto de lo que viviríamos adentro.

Cruzamos un pasillo negro que se encontraba casi vacío, a excepción de parejas que se besaban con fuerza como si no existiese un mañana. Por ejemplo, un chico que estrujaba con agresividad el pecho izquierdo de una rubia. Se veía doloroso, pero ella estaba tan concentrada en morder los labios de su acompañante que no parecía importarle ni un poco. No pude esperar por el momento en que Daniel tuviese ganas de imitar tales acciones.

Luego y de pronto, nos vimos envueltos en el humo artificial ambiental que se me metió en la nariz y el calor que las personas emitían, acompañado del ensordecedor sonido de la música a todo volumen Estaba tan fuerte que me sentía como si tuviese la bocina pegada con cinta al oído. Aun así, sonreí de lado, se veía bastante divertido. Miré a Daniel, como si le necesitase pedir permiso para ir y unirme a la multitud ruidosa, ganándome un casto beso en los labios y una mirada que solo gritaba que fuéramos y bailáramos.

𝐛𝐚𝐝 | 𝐝𝐚𝐧𝐢𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐚𝐯𝐞𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora