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T H I R T H Y - O N E !

Las cosas cambiaron después de ese día. No podia decir que empeoraron, pero tampoco mejoraron mucho.
Tal vez en el fondo esperaba más, esperaba que nuestra relación mejorará un poco y dejase de ser grosero como a veces solía hacerlo. No dejamos de hablar, pero tampoco comenzamos a hablar más. Las cosas quedaron en cero, no bien, no mal.
Así, la semana pasó rápido. Me había entretenido leyendo unos cuantos libros que había encontrado en la habitación, a pesar de que odiaba leer no tenía remedio si no quería morir de aburrimiento.
Daniel había estado llenado todos los días a llevarme comida y a veces compartíamos unas palabras que a decir verdad, hacían mis días. Espere que fuera por mi privación de contacto humano y no por cualquier...otra razón.
No me había dado cuenta cuanto me gustaban las charlas con Anastassia y las bromas de Jenna hasta este día. Estar sola no era tan bueno como todos decían. Es decir, lo fue los primeros días, pero cuando la soledad causaba que te empezarás a ahogar en tus propios pensamientos y tu mente se convertía en un paranoico y obscuro lugar dejaba de ser agradable y pacífica.
Viendo el casi nulo lado bueno, mi pierna y mi brazo estaban casi sanados, la herida de mi pierna seguía ahí, pero ya no me dolía casi nada, era lo mismo con mi hombro. El único problema es que hacía tanto que no caminaba que sentía que ya había olvidado como hacerlo.
Tampoco había ninguna señal de James. Yo no había preguntado, no me interesaba, pero Daniel solía decirme las noticias de vez en cuando, casi siempre decía algo como:
"No hay noticias de nadie"
Ni de su padre, ni de las hermanas Kampouris, ni de Marcus, ni de Jenna, ni de Corbyn.
Odiaba pensar en el. Al menos para mí, su situación de peor que la de los demás. El no sabía ni siquiera que había pasado con sus amigos, con su novia, con su jefe y conmigo. El pensaba que todo estaba bien y que cuando volviera a la casa, todos estaríamos ahí y todo sería como había sido.
En fin, mi última semana resumida en unas cuantas palabras.
Ese día fue algo así como una bocanada de aire fresco.
Leía mi libro con tranquilidad, intentando no distraerme con mis pensamientos, cuando Daniel tocó la puerta y me pregunto si podía pasar.

-Adelante- dije, deje el libro en mi regazo cuando Daniel apareció en mi vista.
-Mi padre llamó en la mañana- con monotonía me dijo. Mis ojos pronto se dirigieron a los de el, por su mirada podía deducir que no eran malas noticias, aunque había aprendió que Daniel era bueno en esconder emociones.
-¿De verdad? ¿Que dijo?- me incorporé en mi lugar y le pregunté.

-No mucho en realidad. Marcus esta bien, sobrevivirá- mencionó, sentí una preocupación menos en mi mente, al menos el estaba bien -Está esperando un buen momento para poder venir-

-¿Sabe algo de quién puede ser...?- me atreví a preguntar, los ojos del castaño cruzaron con los míos pero pronto los alejó, negó con la cabeza.

-Vístete- me ordenó, hice una mueca de confusión y antes de decir algo me interrumpió -Solo hazlo-
Sin más alcé las manos rendida y le pedí que se fuera la vuelta, rodó los ojos per me obedeció al final.

Me coloqué unos jeans negros, una camiseta simple del mismo color y una chaqueta de gamuza café claro sobre ella, me puse mi único par de tenis.

-¿Ya puedes caminar?- cuestionó cuando le dije que estaba vestida, acercándose a la cama donde me encontraba. Me alcé de hombros.

-No lo he intentado mucho- confesé, el sonrío de lado, no entendí por qué. Se acercó a mi y me tendió la mano. Fruncí el ceño.

-¿Qué?-

-Vamos a averígualo- no supe a que se refería. ¿Como...?

𝐛𝐚𝐝 | 𝐝𝐚𝐧𝐢𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐚𝐯𝐞𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora