05; chaos

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F I V E !

( ʙᴜᴛ ɴᴏᴡ ɪ ɢᴏᴛ ᴀ ʙᴇʟʟʏᴀᴄʜᴇ)

El pasillo estaba por terminar, de eso estaba segura por qué aquella luz se veía más cerca a cada paso que Daniel y yo dábamos

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El pasillo estaba por terminar, de eso estaba segura por qué aquella luz se veía más cerca a cada paso que Daniel y yo dábamos. Todo el camino por largo pasillo yo fui detrás de él siguiendo sus pisadas. Su rostro se mantenía serio y podía notar una leve preocupación, claro, acababan de tirotear su maldita casa. Tampoco había dicho ninguna palabra. Yo quería preguntar, pero no era la persona indicada para saber tales cosas ni era tampoco el momento adecuado. Así que preferí mantenerme callada igual.

En un parpadeo ya estábamos frente al final del corredor. En el suelo había una compuerta. Daniel se apresuró a levantarla rápidamente, aunque se veía pesada el no tuvo problemas para lograrlo. Bajó a ella había una escalera pegada a un muro.

-Bajare primero, por si acaso- hablo por primera vez el ojiazul. Asentí. Su voz era tan frívola que me dejo sin palabras.

Como dijo, el bajó primero. Yo comencé a descender tras él. Sin mirar a mi espalda termine de bajar y toque el suelo. Voltee mi cuerpo para mirar. Una gran puerta con más de diez seguros y cerraduras. Daniel me miro un momento, intento descifrar lo que mi rostro intentaba decir, la verdad era que mi expresión no indicaba nada, pero en el fondo, estaba muerta de curiosidad y miedo a la vez.

Daniel retiro rápido su mirada en el momento en que incómodamente nuestros ojos se encontraron.

Comenzó a remover las cerraduras con habilidad colocando calves en las pequeñas pantallas. Me sorprendió lo segura que era aquella puerta.

No me imaginaba que había en la otra habitación.

La puerta se abrió tras un escandaloso ruido. Daniel me hizo una seña para que caminara tras el todo el tiempo. Obedecí.

Tras la segura puerta se encontraba una gran sala. No menos lujosa que las demás de la mansión, que probablemente ahora sería destruida.

Había más puertas en las esquinas que se veían más seguras aún. Pero lo que más llamó mi atención fue la gente que había en aquel lugar. Todos detuvieron sus acciones y se nos quedaron mirando cuando Daniel abrió la puerta. Se quedaron en silencio mientras nos observaron, no eran más de 12 personas, por los uniformes note que eran más empeladas de rangos más altos que el mío, como por ejemplo, Lucy, el ama de llaves que solía ser niñera de Daniel en su niñez. Se escucharon algunos susurros y seguido de eso unos pasos que se hacían más audibles entre la pequeña multitud. Después del suspenso de saber quién era, apareció el señor Seavey. Al ver a su hijo soltó un suspende alivio, pero luego sucedió algo aún más raro. Ahogo un grito de asombro al verme. ¿Era malo que estuviera allí?

- ¡Dios Maya!- se acercó el hombre canoso y de ojos azules a nosotros.

Me pareció muy raro que me llamara a mí siendo que su único hijo estaba allí.

𝐛𝐚𝐝 | 𝐝𝐚𝐧𝐢𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐚𝐯𝐞𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora