13; dangerous names

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T H I R T E E N !

( ʙʟᴏᴏᴅ ᴍᴏɴᴇʏ ʙʟᴏᴏᴅ ᴍᴏɴᴇʏ )

Sin decir ni una sola palabra más, me levante de la silla intentando ser lo más violenta posible y lanzándola la silla de vuelta a su lugar para caminar hacia la entrada y azotar la puerta

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Sin decir ni una sola palabra más, me levante de la silla intentando ser lo más violenta posible y lanzándola la silla de vuelta a su lugar para caminar hacia la entrada y azotar la puerta.

Justo cuando la puerta se cerró tras de mí, solté todo el aire que había estado reteniendo y cerré los ojos con fuerza. Estiré mis brazos en busca de la pared y al encontrarle me recargué tocando mi cabeza con desesperación.

-Se escuchaba mal- una suave y calmada voz me hizo abrir los ojos de golpe y reincorporarme poniéndome de pie firmemente. La vi ahí, a la chica rubia de ojos azules. Mire más a fondo todo de ella. Su cabello era muy largo y terminaba en unos rizos suaves en sus puntas; su vestido blanco le llegaba sobre las rodillas y llevaba un saco beige sobre él. Sus zapatos eran bajos y se veían extremadamente caros.

-Estaba mal- me atreví a decir. Ni siquiera conocía el nombre de aquella chica.

-Soy Anastassia, Anastassia Kampouris- la chica se presentó. Claro que lo era, era la hija mayor de Marcus.

-Soy Maya Edwards- me presenté también yo. Ella me mostro una sonrisa.

-Lo sé- Habló sin quitar su natural sonrisa. Fruncí el ceño ¿Qué quiso decir? -Mi padre me pidió que te llevara a tu habitación-

-Oh.

-Sígueme-la rubia dijo para comenzar a caminar por el pasillo que llevaba a la entrada de la casa, donde las escaleras se encontraban. Comencé a seguirla sin en realidad saber por qué. Es decir, me había dicho que la siguiera, pero... la verdad ya no confiaba en nadie.

Los zapatos de la rubia hacían sonidos en el suelo y estos hacían eco en el pasillo vacío. Llegamos a la entrada de la casa, en donde un enorme tragaluz de cristal adornaba el techo y dejaba entrar una oleada de luz natural.

-Maya- una familiar voz me hizo parar en seco, al igual que la muchacha rubia. Ambas nos dimos la vuelta, pero yo ya sabía de quien se trataba.

-¿Qué?- fue lo primero en salir de mis labios al verlo parado detrás de mí.

-Necesitamos hablar- su voz sonó un tanto apagada. Sabía porque, nunca, desde que nos conocimos, había tolerado que yo estuviera enojada con él.

-No, no hay nada de qué hablar- conteste intentado sonar lo más malvada, molesta, y fría posible. Apretó los labios e hizo una mueca triste rogándome por perdón.

-Vamos, puedo explicar todo- Rogó. Suspire sonriendo triste.

-Yo sé que puedes, pero no quiero oírlo- respondí. El resopló, dándose por vencido. -Pero tal vez luego-

Y con so el brillo volvió a sus ojos y sonrió levemente. Quise soltar una risa, pero no quería que pensara que todo estaba arreglado y tuviera todo tan fácil.

𝐛𝐚𝐝 | 𝐝𝐚𝐧𝐢𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐚𝐯𝐞𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora