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T W O !

( Aʟʟ ᴛʜᴇ ɢᴏᴏᴅ ɢɪʀʟs ɢᴏ ᴛᴏ Hᴇʟʟ'Cᴀᴜsᴇ ᴇᴠᴇɴ Gᴏᴅ ʜᴇʀsᴇʟғ ʜᴀs ᴇɴᴇᴍɪᴇs)

Los días pasaban, yo me hacía más vieja y mi vida si iba volando limpiando en la casa

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Los días pasaban, yo me hacía más vieja y mi vida si iba volando limpiando en la casa. Fregaba suelos, limpiaba cuartos, lavaba trastes y a veces sacudía el salón. Daniel traía una chica del catálogo cada día. Era una variedad enorme. Morenas, altas bajas, rubias y pelirrojas. Y siempre salían de la misma manera. Llorando y con la ropa arrugada. Lo que me pareció bastante extraño es que ese día no había salido ninguna y ya daban las 5:00 de la tarde. Yo me encontraba fregando el piso de nuevo. Era algo que hacia todos los días. Estaba más que concentrada en que ese piso quedará brillante y limpio. Se escucharon varios pares de pies caminar en mi dirección. Levante mi cabeza haciendo que varios de mis cabellos pegaran en mi cara. Mi cabello estaba atado en un moño simple y mal hecho del cual unos mechones rebeldes y rizados se lograban escapar y pegaban en mi rostro ya que había estado trabajando desde tempranas horas. Noté que eran los chicos que me había topado a la salida de mi turno unas semanas atrás acompañados con Daniel. No tenía permitido dirigirles la palabra a los invitados dentro de la casa. La razón por la que les había hablado antes era por qué no estaba dentro de la casa y dentro de la casa era una Maya diferente.

- ¿Esa es la chica de la otra vez?- preguntó el chico rizado, el que me resultaba familiar. Daniel, quien no había notado mi presencia, se sobresaltó al verme y luego hico una mueca rápidamente de disgusto. Fruncí el ceño ante tal gesto.

-No- afirmó Daniel. El chico alto, quien según recordaba se llamaba Jonah, lo miró mal, a pesar de que lo hico sin ser grosero, de alguna manera gracioso.

-Claro que lo es Dani- mi miró con los ojos achinados y luego lo miro a él. Daniel apretó sus labios y levanto sus cejas con disgusto. ¿Qué le disgustaba tanto de mí?

-No me llames así- gruñó Daniel. Jonah solo río negando con la cabeza. Me sorprendió ver como parecían llevarse bien a pesar de la amargada y repugnante actitud de Daniel. Eran amigos, muy buenos amigos y eso se notaba a kilómetros. Y era curioso que llevase tanto tiempo trabajando en la mansión y nunca había visto o conocido a ningún amigo de Daniel. Por eso termine llegando a la conclusión de que no les tenía. Y no sé qué me sorprendió más, el hecho de que Daniel tuviera amigos o el hecho de que nunca los haya visto por la casa antes.

Por otro lado el chico de cabello rizado me miraba frunciendo el ceño. Como si me conociera, justo lo que yo pensaba de él.

Decidí pensar que era solo una especia de Deja vu y que en realidad no lo conocía de ningún lugar anterior. Les sonreí forzosamente a los amigos de Daniel y me dispuse a segur fregando el piso de la sala. Se escuchó silencio por un momento y levante la mirada extrañada. No se habían ido, eso era obvio, no escuché ningún tipo de pisadas. En efecto, seguían allí; los chicos mirando expectantes a Daniel y el susodicho regalándome una mirada frívola a mí. Sonreí falsamente ante el ojiazul y me dispuse a averiguar el porqué de su molestia.

𝐛𝐚𝐝 | 𝐝𝐚𝐧𝐢𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐚𝐯𝐞𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora