57; safe here

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F I F T Y S E V E N !

and I wonder why I tear myself down to be built back up again

『 and I wonder why I tear myself down to be built back up again   』

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Beep beep

Aquel sonido me despertó. No me di cuenta en donde estaba ni que tan molesto me parecía hasta que puse atención en él; entonces, solo quise que se callara, que cesara y que me dejara dormir. No sabía dónde estaba, yo siempre había sido demasiado incapaz de recordar cosas en las mañanas y en esa mañana especifica solo quería seguir durmiendo. ¿Siquiera era de mañana? Apreté los ojos e intenté volver a mi sueño y cuando vi que no iba a poder hacerlo me resigné a por fin investigar en mi memoria en donde mierda estaba y porque no podía sentir el cuerpo (cosa de la que me acababa de dar cuenta). Sin embargo, no abrí los ojos, solo pensé. Intenté cavar en mi memoria borrosa en busca de algo, de algún indicio de en donde me encontraba, pero no había nada, no sabía en dónde estaba.

Beep beep

Los ojos se me abrieron solos, agresivamente y de golpe e intenté sentarme, porque sentí que si no lo hacía me iba a ahogar con mi propio vómito, pero no pude. El dolor se me expandió por el cuerpo como si me estuvieran clavando mil agujas al mismo tiempo y luego tirándome un camión encima. Solté un gemido que me quemó la garganta y sirvió para revelarme que tan seca la tenía y quise mover las manos para tocarme el rostro y tallarme los ojos, tal vez pellizcarme para despertar del mal sueño, pero tampoco pude. Era como si estuviesen atadas y con cada intento de moverlas algo se encajara dentro de mí. Giré la cabeza y eché un vistazo a lo que mantenía sujeta; era un tubo intravenoso, se había enredado entre mi brazo y me mantenía inmóvil. Lo seguí con la mirada, curiosa y confundida como la mierda, hasta el final. Una bolsa plástica de líquido transparente y cristalino llenaba él tuvo y luego entraba por mi cuerpo a través de mis venas. Tragué duro y, sin levantar el torso, miré lo más que pude dé en donde me encontraba.

La habitación tenía cuatro paredes con recubrimiento de madera y era remarcablemente pequeña y estrecha. Tenía un sofá frente a mí y dos sillas cómodas a cada lado de la cama en la que me encontraba. No había ventanas, pero si había una puerta de cristal que no me dejaba ver mucho de lo que había detrás. Solo había estado en un hospital una vez y esto se parecía demasiado a eso. Debía de serlo.

Miré mi cuerpo por primera vez, estaba cubierta con una fina sabana blanca a través de la cual podía ver el relieve de mis piernas. Pensé en moverlas, pero el miedo de que el dolor me volviera a golpear me detuvo y me dijo que era mejor esperar. Aun así, después de desenredar la intravenosa de mí brazo si deslicé mi mano por debajo de la sabana en busca del origen del dolor. Metí mi mano por debajo del camisón azul cielo y sentí mi piel cálida y reseca a través de la punta de mis dedos; aun así, no era capaz de sentir el toque, era como si solo pudiera sentir mis manos y mi cara; como si la parte baja de mi cuerpo no fuera mía.

Recorrí mi piel con cautela y suavidad, normalmente bajo un toque de tal naturaleza hubiese sentido cosquilleo, pero no había nada. Aquello solo me consternaba de manera imaginable ¿Qué me había pasado? Subí por mi abdomen y lo encontré. La gasa, gruesa y unida a mi cuerpo con cinta quirúrgica debía esconder algo asqueroso debajo, porque en cuanto mis dedos la rozaron, el dolor se volvió a esparcir por mi cuerpo dándome escalofríos en la nuca.

𝐛𝐚𝐝 | 𝐝𝐚𝐧𝐢𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐚𝐯𝐞𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora