Algunos domingos papá nos lleva a Cal y a mí a visitar a mamá. Subimos en el ascensor hasta el octavo piso, y por lo general hay un momento en que ella abre la puerta y dice: "¡Eh, hola!", y nos engloba a los tres con la mirada. Papá suele quedarse un rato en la puerta charlando con ella.
Pero hoy está tan impaciente por perderme de vista que, cuando se abre la puerta, ya se encuentra al otro lado del pasillo para coger el ascensor.
—Vigílala —dice, apuntándome con el dedo—. No se puede confiar en ella.
Mamá se echa a reír.
—¿Por qué? ¿Qué ha hecho?
Cal apenas puede contener la emoción.
—Anoche papá le dijo a Tess que no saliera.
—Ah. Típico de tu padre.
—Pero ella salió de todas maneras, y acaba de llegar a casa. Ha pasado toda la noche fuera. Mamá me sonríe afectuosamente.
—¿Has conocido a un chico?
—No.
—Apuesto a que sí. ¿Cómo se llama?
—¡Te digo que no!
Papá está furioso.
—Típico —resopla—. Típico, joder. Debería haber imaginado que no ibas a apoyarme.
—Oh, calla —exclama mamá—. No le ha hecho ningún daño, ¿verdad?
—Mírala bien. Está completamente extenuada.
Los tres hacen una pausa para mirarme. Odio eso. Me siento fría y deprimida y me duele el estomago. Me duele desde que me acosté con Jake. Nadie me había dicho que pasaba eso. —Volveré a las cuatro —dice papá cuando se abre el ascensor—. Hace casi dos semanas que a niña se niega a que le hagan el recuento de leucocitos, así que llámame si notas algún cambio. ¿Lo harás?
—Sí, sí, no te preocupes. Mamá se inclina y me besa en la frente—. Yo cuidaré de ella.
Cal y yo nos sentamos en la mesa de la cocina y mamá pone la tetera al fuego, busca tres tazas entre la vajilla sucia del fregadero y las enjuaga bajo el grifo. Alarga el brazo para coger las bolsitas de té de un armario, saca la leche de la nevera, la olisquea y sirve galletas en un plato. De inmediato me meto una galleta Bourbon en la boca. Está deliciosa. EL chocolate barato y el subidón de azúcar al cerebro.
—¿Os he hablado alguna vez de mi primer novio? —dice mamá dejando la tetera sobre la mesa—. Se llamaba Kevin y trabajaba en una relojería. Me encantaba su expresión cuando se concentraba con ese ocular que se encajaba en el ojo.
Cal coge otra galleta.
—¿Cuántos novios has tenido en total, mamá?
Ella ríe y se echa la larga melena hacia atrás por encima del hombro.
—¿Te parece adecuada esa pregunta?
—¿Papá fue el mejor?
—¡Ah, tu padre! —exclama, y se lleva la mano al corazón con un gesto melodramático. Cal se desternilla de risa.
En una ocasión le pregunté a mamá qué tenía papá de malo, y me contestó: "Es el hombre más sensato que he conocido en mi vida".
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Antes de Morirme
JugendliteraturTessa, una adolescente de 16 años, desde hacen años padece cáncer. Sabe que sus días son contados y que puede morir de un momento a otro por lo que decide hacer una lista de cosas que hacer antes de morirse. Pero en esta lista no hay nada complicado...