Capitulo 41

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La cam­pa­ni­lla que me com­pra­ron hace de­ma­sia­do ruido en medio de la noche, pero no me im­por­ta. Adam se acer­ca con cara de sueño, en cal­zon­ci­llos y ca­mi­se­ta.

—Te has ido.

—Acabo de bajar a pre­pa­rar una taza de té.

No lo creo. Y no me im­por­ta lo de su taza de té. Puede beber agua tibia de mi jarra si tan de­ses­pe­ra­do está.

—Có­ge­me la mano. No me suel­tes.

Cada vez que cie­rro los ojos, me caigo. Es una caída sin fin.

Antes de MorirmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora