La luz es desgarradora.
Papá bebe un té junto a la cama. Quiero decirle que se está perdiendo Good Morning Televisión, pero no estoy segura. No estoy segura de la hora.
También esta comiendo. Galletas con salsa picante y queso cheddar. Me gustaría que me apetecieran. Interesarme por el sabor, por las cosas crujientes y secas que se desmenuzan. Papá deja el plato cuando ve que estoy mirando y me coge la mano.
—Niña preciosa.
Le doy las gracias.
Pero mis labios no se mueven y él parece no oírme.
Luego digo: Estaba pensando en aquella canasta que me hice cuando entré en el equipo de baloncesto del colegio. ¿Recuerdas que tomaste mal las medidas y quedó demasiado alta? Practiqué tanto con ella que luego en el colegio los tiros siempre me salían altos y al final me echaron del equipo.
Pero tampoco eso parece oírlo.
Así que me decido a contárselo.
Papá jugaba al béisbol conmigo aunque lo detestabas y habrías preferido que hubiese elegido el críquet. Aprendiste filatelia porque yo quería tener una colección de sellos. Te has pasado horas muertas en los hospitales y jamás te has quejado, ni una sola vez. Me cepillabas el pelo como habría hecho una madre. Renunciaste a tu trabajo por mí, a tus amigos por mí, a cuatro años de tu vida por mí. Casi nunca te he oído una sola queja. Me has dejado estar con Adam. Me has dejado cumplir los objetivos de mi lista. Me he portado muy mal. Siempre pidiendo, pidiendo demasiado. Y tú nunca has dicho: "Basta. Déjalo ya."
Hace tiempo que quería decírtelo.
Cal me mira con atención.
—Hola —me dice—. ¿Cómo estás?
Lo miro parpadeando.
Se sienta en la silla y me observa.
—¿De verdad ya no puedes hablar?
Intento decirle que sí, claro que puedo. ¿Es idiota o qué?
El suspira, se levanta y va hacia la ventana.
—¿Crees que soy demasiado pequeño para tener novia?
—Le digo que sí.
—Porque muchos amigos míos ya la tienen. No es que salgan juntos en realidad. Sólo se mandan mensajes por el móvil.-Sacude la cabeza con incredulidad—. Jamás entenderé eso del amor.
—Hola, Cal —dice Zoey.
Hola.
He venido a despedirme. O sea, ya me he despedido, lo sé, pero se me ha ocurrido hacerlo otra vez.
—¿Por qué? ¿Adónde vas?
Me gusta el peso de la mano de mamá en la mía.
—Si pudiera cambiarme contigo, lo haría, ya lo sabes —me dice.
Más tarde añade:
—Ojalá pudiera ahorrarte todo esto.
Tal vez crea que no la oigo.
—Podría escribir a una de esas revistas que publican historias reales para contar lo difícil que fue abandonaros —dice—. No quiero que creas que fue fácil.
Cuando tenía doce años busque Escocia en un mapa y vi que más allá del río Firth estaban las islas Órcadas y supe que había barcos que se la llevarían aún más lejos.
Instrucciones para mamá
No renuncies a Cal. No lo abandones ni regreses a Escocia ni pienses que un hombre puede ser más importante que él. Te perseguiré desde la tumba si lo haces. Moveré los muebles, te arrojaré cosas a la cara y te asustaré tanto que te volverás loca. Se buena con papá. En serio. Te estaré vigilando.
Me da un sorbo de agua helada. Luego me coloca suavemente un paño frío sobre la frente.
—Te quiero —me dice.
Como dos gotas de sangre que caen sobre la nieve.
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Antes de Morirme
Teen FictionTessa, una adolescente de 16 años, desde hacen años padece cáncer. Sabe que sus días son contados y que puede morir de un momento a otro por lo que decide hacer una lista de cosas que hacer antes de morirse. Pero en esta lista no hay nada complicado...