Capitulo 42

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Todo es exac­ta­men­te igual: la luz a tra­vés de las cor­ti­nas, el zum­bi­do dis­tan­te del trá­fi­co, el ruido del agua hir­vien­do. Po­dría ser el día de la mar­mo­ta, salvo que mi cuer­po está más can­sa­do, mi piel es más trans­pa­ren­te. Soy menos que ayer.

Adam está en la cama ple­ga­ble.

In­ten­to in­cor­po­rar­me, pero no tengo fuer­zas.

—¿Por qué has dor­mi­do ahí?

Me toca la mano.

—Ano­che te­nías do­lo­res.

Abre las cor­ti­nas igual que hizo ayer. Se queda en la ven­ta­na mi­ran­do fuera. El cielo está pá­li­do y acuo­so.

Hemos hecho el amor vein­ti­sie­te veces y hemos com­par­ti­do cama se­sen­ta y dos no­ches y eso es mucho amor.

—¿Quie­res desa­yu­nar? —pre­gun­ta.

No quie­ro estar muer­ta.

No me han amado de esta forma el tiem­po su­fi­cien­te.

Antes de MorirmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora