Se turnan como los porteros. Papá viene por la mañana y Adam por la tarde. Papá vuelve por la noche con Cal. Mamá me visita de vez en cuando, e incluso consiguió presenciar una transfusión completa en su segunda visita.
"Hemoglobina y plaquetas en camino", dijo cuando empezaron.
Me gustó que conociera esas palabras.
Pero son diez días. Incluso me he perdido la Pascua. Ha sido mucho tiempo perdido.
Cada noche que paso a solas en la cama del hospital quiero estar con Adam, con sus piernas enlazadas en las mías, con su calor.
—Quiero volver a casa —le digo a la enfermera.
—Todavía no.
—Estoy mejor.
—No es suficiente.
—¿Qué esperan? ¿Encontrar una cura?
El sol se levanta por la mañana y todas las luces de la ciudad se apagan. Las nubes surcan veloces el cielo, los coches salen y entran del aparcamiento con ritmo frenético, luego el sol vuelve a hundirse en el horizonte y otro día termina. El tiempo vuela. La sangre vuela.
Preparo la bolsa y me visto. Me siento en la cama tratando de parecer animada. Estoy esperando a James.
—Me voy a casa —le digo mientras examina mi gráfico.
Él asiente como si lo esperara.
—¿Estás decidida?
—Del todo. Echo de menos el tiempo. —Señalo la ventana por si acaso está demasiado ocupado para reparar en la tenue luz y las nueves en el cielo azul.
—Hay que seguir cierto rigor para mantener este recuento globular, Tessa.
—¿No puedo ser rigurosa en casa?
Me mira con seriedad.
—La línea que separa la calidad de vida que tenías y la intervención médica necesaria para mantenerla es muy fina. Sólo tú puedes juzgar si merece la pena. ¿Me estás diciendo que estás harta y quieres abandonar?
No dejo de pensar en las habitaciones de casa, el color de las alfombras y las cortinas, la posición exacta de los muebles. Me gusta el camino que va de mi dormitorio al jardín pasando por la cocina. Quiero recorrer ese camino. Quiero sentarme en la hierba, en mi hamaca.
—La última transfusión sólo duró tres días.
Asiente comprensivo.
—Lo sé. Lo siento.
—Me han hecho otra esta mañana. ¿Cuánto cree que va a durar?
Suspira.
—No lo sé.
Acaricio la sábana con la palma de la mano.
—Sólo quiero volver a casa.
—¿Por qué no hablamos con el equipo de asistencia a domicilio de la comunidad? Si consigo que te visiten a diario, tal vez podamos hacer una valoración distinta. —Cuelga el gráfico a los pies de la cama—. Les llamaré por teléfono y regresaré cuando venga su padre.
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Antes de Morirme
Teen FictionTessa, una adolescente de 16 años, desde hacen años padece cáncer. Sabe que sus días son contados y que puede morir de un momento a otro por lo que decide hacer una lista de cosas que hacer antes de morirse. Pero en esta lista no hay nada complicado...