Zoey me abre la puerta con el pelo revuelto. Lleva la misma ropa que la última vez que la vi. —¿Vienes a la playa? —Tintineo las llaves del coche delante de su cara.
Le echa un vistazo al coche de papá.
—¿Has venido tú sola?
—Sí.
—¡Pero si no sabes conducir!
—Ahora sí. Es el número cinco de mi lista.
Frunce el entrecejo.
—¿Te han dado clases alguna vez?
—Más o menos. ¿Puedo pasar?
Abre más la puerta.
—Límpiate los zapatos en la esterilla o quítatelos.
Su casa siempre está increíblemente limpia y ordenada, como si fuera de catálogo. Sus padres pasan tanto tiempo fuera trabajando que supongo que no tienen ocasión de ensuciarla. Sigo a Zoey hasta el salón y me siento en el sofá. Ella lo hace frente a mí en el borde de una butaca y se cruza de brazos.
—Así que tu padre te ha prestado el coche, ¿eh? Aunque no tienes seguro ni es legal, ¿no?
—En realidad no sabe que lo he cogido, pero ¡se me da muy bien conducir! Ya lo verás. Aprobaría el examen si tuviera la edad.
Zoey sacude la cabeza como si le costara creer lo estúpida que soy. Debería estar orgullosa de mí. He conseguido escabullirme sin que papá se entere. He recordado ajustar los retrovisores antes de poner en marcha el motor, luego he apretado el embrague para meter primera, he soltado el embrague al tiempo que apretaba el acelerador. He dado tres vueltas a la manzana y sólo se me ha calado dos veces, mi mejor marca. He logrado orientarme en la rotonda e incluso he puesto tercera en la calle principal de camino a casa de Zoey. Y ahora la tengo delante, lanzándome miradas asesinas, como si hubiera cometido un terrible error.
—¿Sabes? —digo, y me pongo de pie para abrocharme el abrigo—. Pensaba que si conseguía llegar hasta aquí sin estrellarme, la única dificultad que me quedaría por superar sería conducir por la carretera de doble sentido. No creí que precisamente tú fueras a darme el coñazo.
Ella arrastra los pies como si quisiera arrancar algo del suelo.
—Lo siento. Es que tengo cosas que hacer.
—¿Cómo qué?
Se encoge de hombros.
—No puedes dar por sentado que todo el mundo estará libre sólo porque tú lo estás.
Noto que algo crece dentro de mí mientras la miro, y en ese momento de absoluta lucidez me doy cuenta de que no me cae nada bien.
—¿Sabes qué, Zoey? Olvídalo. Seguiré con mi lista yo sola.
Ella se levanta agitando su estúpida melena e intenta parecer ofendida. Es un truco que funciona con los tíos, pero que no cambia nada lo que siento por ella.
—¡No he dicho que no quiera ir!
Pero es evidente que se ha aburrido de mí. Está deseando que me muera de una vez para poder seguir con su vida.
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Antes de Morirme
Novela JuvenilTessa, una adolescente de 16 años, desde hacen años padece cáncer. Sabe que sus días son contados y que puede morir de un momento a otro por lo que decide hacer una lista de cosas que hacer antes de morirse. Pero en esta lista no hay nada complicado...