—Y quiero todo listo en menos de una hora ¿Le quedo claro? —Dijo mi jefe con un tono de seriedad y autoridad al mismo tiempo, mientras que yo solo me limité a asentir.
Los días en la oficina son agotadores, no hay nada de diversión, pues te la pasas la mayoría del tiempo encerrada en un ordenador haciendo los trabajos que te asignan. Y no, no puedes navegar a tu antojo, jugar juegos, iniciar conversaciones por internet, ver vídeos o algo que te entretenga algunos minutos. Entiendo perfectamente que no puedas hacer eso mientras estés en el trabajo ¡Pero por dios! Las personas aquí se matan horas metidas en un ordenador para que les paguen una miseria al mes y encima con ese poco dinero tienen que alimentar a su familia entera. Y sin duda, en estos momentos agradezco estar soltera.
Pero en cuanto iba a seguir desquitándome en mis pensamientos un sonido me interrumpió por completo. La causa fue mi celular, que al momento de sacarlo el jefe estaba pasando por ahí. Y rápidamente me lo confiscó, pero le rogué para que me dejara usarlo por lo menos por un minuto.
Porque nadie me llama a horas de trabajo, a menos que sea para algo importante. Mi jefe accedió y puso un temporizador de un minuto. Por esas razones lo odio tanto.
—¿Hola? —Pregunte.
—¿Usted es la Srta. Camila Cabello? ¿Su madre es la Sra. Sinuhe Cabello, no es así?
—Así es, ¿qué se le ofrece?
—Le llamamos del hospital, su madre sufrió de un paro cardiaco.
Esas palabras fueron suficientes para que soltara el celular.
