— ¡Rápido llamen a los paramédicos, por favor! —Gritaba sin parar, sosteniendo el cuerpo de madre aun sin responder. — No, no...
Para mi suerte, los paramédicos llegaron justo a tiempo. Le decían que respirara, que lo hiciera varias veces e hicieron varios procedimientos mas. Yo estaba llorando, no quería que muriera...
Todo esto es mi culpa...
La culpa debía ir hacia mi, yo hice todo esto, yo hice que ella tuviera otro ataque, yo no esperaba que esto ocurriera.
Una hora... Paso exactamente una hora para que ella estuviera en buenas condiciones, y cuando me dejaron pasar ella desvió la mirada, ¿acaso ella no quería verme? Negue varias veces, no quería creerlo.
— ¿mamá? —le pregunte.
— ¡¡NO ME LLAMES MAMÁ!! —Me grito de repente y lo comprendí todo. —Tu ya no eres mi hija, eres un demonio que la poseyó, eres un maldito demonio... ¡No te quiero volver a ver! ¡¿Me entendiste?! ¡Vete!
Ella no me había aceptado.
Sonreí insconcientemente y baje la mirada, sintiendo una fuerte punzada en mi pecho, no podía ser cierto. Sin embargo lo era.
Pero no me iba a echar atrás, con o sin la aprobación de mi madre.