La campanilla volvió a emitir su habitual sonido. Por lo que di por hecho que alguien más había entrado a la cafetería. Recogí los platos de la mesa número tres y limpie por encima, posteriormente lleve los platos al cuarto de solo empleados y se los entregue a una señorita quien se encargaba de lavarlos, le sonreí antes de dirigirme hacia la mesa número seis. Pare en seco al reconocer su rostro, entreabriendo los labios sin saber qué decir.
— ¡Chancho! —sonrío de oreja a oreja.
— ¿Dinah? —Pregunté entrando en confusión.
¿Que hacia ella aquí? De todos las cafeterías que había en Miami, ¿tuvo que venir exactamente a esta? Suspiré intentando tranquilizarme.
—No pareces muy contenta de verme—Fingió estar molesta y se cruzó de brazos como niña pequeña.
— ¿Como supiste que trabajaba aquí?
—Ally.
¡Diablos! ¡Sabía que no debía confiar en esa enana!
—Igual no pasa nada, no es como si fuera algo malo. Y no se lo diré a Lauren si es lo que te preocupa. Sé que estás ahorrando para la boda.
— ¡Shh! —Coloque mi dedo sobre sus labios.
— ¿Quien mierda nos podría escuchar? ¿Y si lo hacen que? Ni siquiera nos conocen—resoplé con la libreta intacta entre mis manos. Dinah no me entendía—Hey, me parece estupendo lo que estás haciendo. Pero no me parece correcto que se lo estés ocultando a tu prometida. Sé que las bodas son caras si, bueno, dependiendo, y se que quieres que su boda sea increíble y que Lauren nunca lo olvide, pero estoy segura que ella se conformaría con cualquier cosa viniendo de ti.
Mi boda con Lauren sería dentro de muy poco, pero hace unas semanas me comentó qué tal vez no podría alquilar el sitio que tanto queríamos para nuestra boda. Principalmente por la falta del dinero, nuestros trabajos nos pagaban bien, pero aún no era suficiente para cubrir todos los gastos del evento.
—No lo entiendes, Dinah.
Eso la termino enfureciendo.
—No, tú eres la que no lo entiende. ¿Crees que vine aquí solamente para pedir comida? ¡Pues a la mierda! ¡Claro que no! —me miró con frustración y apretó su mandíbula—Me desespera ver cómo Lauren está tan preocupada por ti. Llegas tarde a tu casa y para el colmo también muy cansada y sudorosa. Y siempre que te pregunta, ¿porque estás así? Tú no le respondes, la evitas, y es normal que estos días este tan distante contigo, no le estás hablando con honestidad, le estás mintiendo.
— ¡No le estoy mintiendo!
— ¡Ocultar también es mentir! ¿¡Acaso no notas las ojeras de Lauren!? —contraatacó con brusquedad— ¡Se desvela por ti! ¡Está tan preocupada, pensando que está haciendo algo mal! ¡Incluso piensa que cancelaras la boda porque estos días has estado tan distante con ella! —Dinah se detuvo un momento para tomar un poco de aire y agacho la cabeza, intentando no perderla en medio de la conversación—. Ayer cuando fue a dormir a mi casa la escuche llorar. No está bien lo qué haces, no puedes ocultarle cualquier cosa y mucho menos esto.
Y ahora la culpa me golpeó, pensar que por mi culpa Lauren estaba sufriendo me hacía sentir como la persona más horrible del planeta. Yo nunca quería que se sintiera así, lo había jodido todo, ahora ella pensaría que no la querría, cuando nunca deje de amarla.
—No fue mi intención. Yo no quería que pasara así, tome este trabajo de medio tiempo porque necesitaba el dinero. No podía darle una boda mediocre, ella no merece eso... No pensé con claridad en mis acciones, no pretendía ignorarla, pero llegaba tan cansada que no quería saber nada, mi mente estaba bloqueada. No sólo por el trabajo, también por la boda, los preparativos, y...
—Lo se, no tienes que continuar. Pero no es conmigo con quien tienes que aclarar eso y lo sabes.
Analice mi anillo de compromiso y fue ahí donde tome una decisión. Tenía que serle sincera a mi esposa.