Cincuenta y uno; Mudanza

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Recogí mi pelo en una coleta y salí del baño, dispuesta a empezar con la mudanza.

—¿Queda alguna caja más por meter en el coche? —Le pregunté a Liv cuando salí de la casa.

—No, esa era la última. Más tarde los chicos vendrán a por mi tocador y alguna que otra cosa más.

—De acuerdo —Asentí—. ¿Te has despedido ya de la casa? —Ladeé la cabeza divertida.

—Calla que creo que voy a llorar y todo.

—Pero tonta, si yo voy a seguir viviendo aquí y podrás venir las veces que quieras. —Reí acogiéndola entre mis brazos.

—Lo sé, pero... —Un suspiro se escapó de sus labios— Voy a echar de menos vivir contigo, aunque estos últimos meses han sido como si ya no viviésemos juntas —añadió haciéndome reír.

—Pues entonces ya estás acostumbrada a ello —Me aparté un poco de ella y le guiñé un ojo—. Va, vámonos ya. —La apremié.

—Está bien. —Asintió separándose por completo de mí.

—¿De Ollie si te has despedido? —Le pregunté al ver a nuestro perro mirándonos desde el pasillo.

Ollie se quedaría conmigo estos días hasta que yo retomase la gira, luego se iría con Liv y Dan y una vez regresase de Los Ángeles a finales de febrero volvería a traérmelo a casa ya que aquí tenía más espacio y al estar ya bastante grande era mejor para él.

—He tardado diez minutos en hacerlo —confesó mi amiga.

Yo reí por ello y cerré la puerta de casa antes de subirme al coche de Liv, para poner rumbo a su nuevo apartamento, al cual llegamos casi media hora más tarde. Los Ángeles era una ciudad tan grande que a veces se necesitaba de una eternidad para ir de un lugar a otro.

De nuevo aparcó en su plaza y las dos salimos del vehículo para coger un par de cajas repletas de ropa cada una antes de dirigirnos hacia los ascensores.

—Liv, ¿dónde vas a meter toda esta ropa? —Le pregunté dejando las cajas en el suelo mientras el ascensor empezaba a ascender.

En casa tenía todo un armario para ella sola, pero ahora debería compartir espacio con Dan.

—Utilizaré también el armario de la otra habitación y compramos una cómoda bastante grande.

—Desde luego que la necesitaréis. —Asentí.

Cuando al fin llegamos a nuestra planta volvimos a coger las cajas y salimos del ascensor dirigiéndonos hacia la puerta del apartamento que se encontraba abierta. Dentro se escuchaba algo de ruido y no tardé en reconocer la voz de Dan.

—Será mejor dejar estas cajas en la primera habitación, así no molestan —sugirió Liv.

—Sí, tienes razón. —Asentí.

Ambas entramos en aquella primera habitación y dejamos las cajas a un lado, para que estorbasen lo mínimo posible.

—Vamos a saludar, creo que están todos aquí ya.

Liv tomó mi mano y tiró de mí para ir hacia el salón-comedor, de donde provenían las voces.

La primera en vernos fue Faith que se encontraba de pie, con un enorme papel en la mano que supuse que eran las instrucciones de alguno de los muebles que deberíamos montar.

—Hola. —Sonrió ampliamente.

Aquello llamó la atención de los dos chicos que se encontraban sentados en el suelo, entretenidos montando algo que aún no estaba segura de qué se trataba, y pronto sentí unos ojos azules clavados sobre mí.

Teenage Dream • jb [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora