Sesenta; Vuelo

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Una mirada.

Una sonrisa.

Un roce de manos.

Un instante.

Cosas insignificantes y momentáneas, pero con un gran poder oculto bajo ellas.

Creía que lo nuestro no era más que una simple diversión, pero ahora tengo miedo de salir herida de todo esto. Miedo porque cuando me sonríes de esa forma tan tuya siento un jodido zoológico en mi estómago; porque cada vez que me llamas preciosa el corazón se me acelera de mala manera; porque con cada beso me entran ganas de darte diez más; porque te gusta picarme, pero sabes que no aguanto más de cinco minutos enfadada contigo, y porque me he dado cuenta de que podría tirarme horas mirándote sin cansarme.

Sí, tengo miedo de todas esas cosas insignificantes y momentáneas porque consiguen poner mi mundo del revés y romper todos mis esquemas; pero sobre todo porque han conseguido que recupere la ilusión de enamorarme y con ella viene tu oportunidad de romperme.

Me estiré un poco, para poder llegar a la mesita de noche y poder coger mi móvil. Llevaba ya un rato despierta, pero ni siquiera me había molestado en mirarlo.

11:36.

Justo debajo de la hora pude ver un mensaje de mi guardaespaldas.

Pasaré por ti a las 12:30
para irnos al estadio

Dejé el teléfono sobre la mesita y me volví de nuevo hacia Justin que seguía durmiendo como había estado haciendo los últimos minutos en que yo le había estado observando en silencio. Me daba pena despertarle, pero debía hacerlo para no retrasarnos.

—Justin... —susurré su nombre, pasando una mano por su pecho suavemente.

Él ni siquiera se inmutó y siguió durmiendo, así que me tocaba cambiar de táctica. Subí un poco, para quedar a la altura de su cara.

—Justin, tienes que levantarte —susurré en su oído y mecí un poco su hombro. Esta vez frunció el ceño, pero siguió sin abrir los ojos—. Justin... —Me quejé moviéndole más.

—¿Qué? —Suspiró.

Su voz era ronca y de repente me entraron muchas ganas de quedarme en la cama.

—Tienes que levantarte.

—¿Por qué? —Se giró un poco para encararme y finalmente abrió sus ojos, aunque estaban algo entrecerrados porque la luz debía molestarle.

—Porque son más de las once y media y en menos de una hora Cole vendrá a por mí para ir al estadio.

Él frunció el ceño.

—¿Y qué pasa si quiero pasarme todo el día así? —Me atrajo aún más a él y escondí mi rostro en su cuello, con una sonrisa plasmada en mi rostro.

—Pues que te diré que a mi también me gustaría eso, pero que tenemos que irnos. —Besé su cuello y me aparté un poco.

—Bueno, déjame al menos cinco minutos. —Me pidió.

¿Cinco minutos más abrazada a él de esta forma? No iba a ser tan idiota como para negarme.

—Está bien, pero solo cinco.

—Sí, señora. —Rió.

Estuvimos unos instantes abrazados, sin decir nada, antes de que yo volviese a abrir la boca. Tenía que contarle que en apenas tres días debía abandonar la gira, aún no lo había hecho porque entre lo extraño que había estado los últimos días y el enfado que habíamos tenido no había podido encontrar el momento adecuado para hacerlo.

Teenage Dream • jb [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora