Veinte; La mañana siguiente

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Abrí los ojos lentamente y parpadeé varias veces, intentando ajustar mi vista. Cuando lo conseguí identifiqué el lugar donde me encontraba. Ya era la segunda vez que despertaba allí, pero esta vez recordaba con completa claridad todo lo sucedido la noche anterior. Y vaya si habían sucedido cosas...

Me giré un poco, topando con un Justin profundamente dormido. Mordí mi labio, reprimiendo las ganas de pasar mi mano por su pelo algo alborotado. Se le veía tan distinto a anoche, incluso parecía un niño bueno. Reí levemente, intentando no hacer demasiado ruido, ante mi ocurrencia.

Me incorporé y recogí la parte inferior de mi conjunto de ropa interior para colocármela. Mis ojos se posaron sobre la camisa de Justin, en una esquina de la cama. La cogí y me la puse antes de levantarme. En cuanto me puse en pie sentí un leve pinchazo en la zona baja de mi abdomen, reprimí mi quejido y esbocé una mueca.

Sabía que hoy estaría dolorida.

Salí de la habitación, dejando la puerta algo entornada con cuidado de no despertar a Justin y me encaminé hacia las escaleras, pero a mitad del pasillo me encontré con una bola de pelo.

—Esther —Sonreí cogiendo a la perra—. ¿Te acuerdas de mí? —Ella ladró pero enseguida la hice callar—. Shhh... Justin está durmiendo.

No sé si me entendió porque la única respuesta que obtuve fue un lametón. Volví a dejarla sobre el suelo y ella se perdió por el pasillo.

Bajé las escaleras y me dirigí hacia la cocina, me había despertado algo hambrienta. Empecé a abrir algunos armarios, en busca de café y pan para hacer algunas tostadas.

De repente sentí una mano sobre mi cintura, sobresaltándome. Al girarme vi a Justin riendo, con una de sus manos sujetaba a Esther.

—Idiota, me has asustado. —Golpeé su pecho descubierto.

—Buenos días a ti también —Su voz sonó ronca—. Creía que te habías fugado, como la última vez —bromeó.

Si sigues hablándome con esa voz lo último que me pasaría por la mente sería eso.

—Solo tenía hambre —Me encogí de hombros— y como te he visto tan tranquilo durmiendo no quería despertarte. —Coloqué un mechón de pelo tras mi oreja.

—Ya, parece que Esther no ha pensado lo mismo —Miró a la perra en sus brazos—. No esperaba despertarme con la cara llena de sus lametones, ¿sabes? —Se acercó un poco más a mi cuerpo, presionándolo contra la encimera.

—Ah, ¿no? —Mordí mi labio—. ¿Qué esperabas?

—Algo así. —Se inclinó hacia mí y me besó.

Sonreí contra su boca y llevé mi mano hacia su cuello, colgándome de éste. Sin embargo, cuando Justin quiso profundizar el beso un hocico se interpuso entre nosotros. Me aparté algo extrañada, pero una pequeña risita se escapó de mis labios al ver a Esther lamiendo a Justin.

—¡Esther! —Se quejó él apartándola— No te metas en medio, anda. —La dejó en el suelo.

—Pobre... —Esbocé un puchero mirándola a nuestros pies.

—Sí, sí... pero, ¿por dónde íbamos? —Volvió a acercarse a mí, pero yo me separé.

—Tu perra acaba de chuparte, ¿de verdad esperas que te bese como si nada? —Alcé una ceja.

Sin darle oportunidad de contestar me volví de nuevo, para seguir con mi búsqueda. Seguía notando el cuerpo de Justin tras de mí, pero no le presté demasiada atención hasta que noté su mano colándose bajo la tela de su camisa.

Teenage Dream • jb [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora